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Equinácea purpurea es una planta perenne de la familia de las compuestas, de entre 60 y 150 cm. de altura, originaria de las praderas del centro de Estados Unidos, donde los indios sioux y otros la utilizan desde hace siglos por sus propiedades antisépticas en heridas, picaduras de insectos y serpientes e internamente para tratar dolor de muelas y encías, molestias de estómago, resfriados, infecciones como sarampión, sífilis y gonorrea, paperas y artritis, y como estimulante general.
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Los emigrantes europeos incorporan la planta a sus tratamientos habituales para mordedura de serpiente, reumatismo y dolor de cabeza y se exportan a Europa preparados a base de equinácea. Entre 1830 y 1930 los médicos eclécticos americanos promueven su uso como purificador sanguíneo para enfermedades venéreas y tratar jaquecas, reumatismo, tumores, paludismo y hemorroides. A partir de 1930 se cultiva en Alemania y otros países europeos, Australia, Nueva Zelanda, China, etc. Son constituyentes principales ácido achicórico, alquilamidas, polisacáridos, glucoproteínas, poliacetilenos, aceite esencial, derivados del ácido caféico, flavonoides y arabinogalactano.
Según el Vademécum de Fitoterapia la equinácea actúa sobre el sistema inmunitario: estimula la fagocitosis, induce la producción de citocinas, estimula la proliferación linfocitaria, inhibe la síntesis de prostaglandinas, leucotrienos y hialuronidasa, y tiene actividad cicatrizante de heridas, antiviral, antibacteriana y antifúngica. Indicada en prevención y tratamiento de enfermedades infecciosas crónicas o recurrentes de origen viral del tracto respiratorio superior como resfriado común y gripe, y del tracto urogenital o vías urinarias inferiores, con excelente tolerancia. En uso externo coadyuva para tratar heridas de difícil cicatrización y ulceraciones crónicas.
Astrid Van Ginkel precisa que equinácea incrementa las defensas del organismo mediante una estimulación no específica del sistema inmune que aumenta la resistencia en infección aguda y crónica y disminuye el riesgo de infección, interna y externa, por lo que le confiere una importante acción en septicemia, furunculosis, carbúnculos, abscesos, diviesos, amigdalitis, faringitis, nasofaringitis, sinusitis crónica y aguda: y, externamente, en acné, inflamaciones, llagas y úlceras de decúbito.
Luis Redondo Márquez señala que infinidad de trabajos experimentales y clínicos realizados con equinácea demuestran que es una alternativa real como tratamiento complementario de enfermedades infecciosas, con una excelente tolerancia, que contribuye a estimular nuestras defensas y prevenir cuadros infecciosos de carácter crónico-recidivante. Inmunomodulador que influye sobre células inmunocompetentes (granulocitos, monocitos o macrófagos, linfocitos) a través de las cuales se activan mecanismos de protección frente a agentes extraños como virus, bacterias, etc., eleva el número de leucocitos en sangre y estimula la quimiotaxis o emisión de granulocitos, estimula el sistema inmunológico inespecífico, macrófagos y granulocitos sobre todo, que elevan su capacidad fagocítica sobre virus, bacterias y células tumorales mediante un efecto opsonizante o de combinación con ellos. Potencia la liberación de citoquinas como el factor de necrosis tumoral y diversas interleuquinas. Aumenta la liberación de radicales de oxígeno por los macrófagos, destinados a destruir elementos estructurales de los microorganismos como ADN, ARN, proteínas, lípidos, ... Estimula los linfocitos T colaboradores y ejerce una actividad virustática, por un efecto tipo interferón.
Los doctores Arthur Roberts y Mary O’Brien añaden que la planta estimula la respuesta del sistema inmunitario y hace que el organismo aumente la producción de leucocitos defensivos, para luchar contra los organismos infecciosos, y de interferón, compuesto natural de lucha antivírica: "También parece que la equinácea estimula el sistema inmunitario para responder a las amenazas internas, por ejemplo buscando y destruyendo las células precancerosas mutantes. Cuando se aplica a la piel en forma de ungüento o loción, acelera la curación de forúnculos, abscesos, herpes labiales y otras infecciones menores. Las gárgaras con equinácea pueden aliviar el dolor de garganta y acelerar la curación de pequeñas úlceras en labios y boca".
Documentación utilizada
Fitoterapia, inmunidad y cáncer, (ponencia) Dr. Pablo Saz Peiró, Octavas Jornadas de Fitoterapia y Etnobotánica, Madrid, mayo 2004.
Fitoterapia. Vademécum de prescripción, Masson, Barcelona, 2003.
Gran Enciclopedia de las Plantas Medicinales, Dr. Josep Lluís Berdones i Serra, Tikal, Premiá de Mar, Girona, 1999.
Enciclopedia de la Medicina Ortomolecular. Nutricéuticos 2 (Hierbas y remedios botánicos), Dr. Arthur J. Roberts, Dra. Mary E. O’Brien y Genell Subak-Sharpe, Robinbook, Barcelona, 2003.
Monografía Equinácea, Astrid Van Ginkel, Fitomédica 9, Barcelona, 1997.
La equinácea purpúrea, Luis Redondo Márquez, Revista de Fitoterapia, Valencia, 2000.
Compuestos naturales de última generación, Javier Moscardó M., Valencia, 1998.
La curación del cáncer. Métodos naturales, Dr. Michael Murray, Dr. Tim Birdsall, Dr. Joseph Pizzorno y Dr. Paul Reilly, Robinbook, Barcelona, 2004.
Diccionario terminológico de Ciencias Médicas, Masson, Barcelona, 1998.
(publicado en Conocer Arganzuela nº 143, diciembre de 2004)