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Ha dejado de ser noticia -lo fue?- cualquier publicación o registro que denuncie y/o demuestre la corrupción, el funcionamiento real y habitual de la industria farmacéutica y de una parte nada desdeñable de la médica. Los medios de intoxicación masiva e indiscriminada bastante tienen con airear las vergüenzas de tal o cual responsable polítivo y/o de sus jefes; han de contribuír, también, en todo lo que puedan y más, a aumentar el morbo de cualquier teletipo o noticia que lo permita. Bueno, bueno, ¡para y por algo cobran y, en algunos casos, ¡lo que cobran!. Pero es que además cabe la posibilidad de que se publique lo que sea, que incluso algún medio de comunicación se haga eco del contrastado e irrebatible cúmulo de documentación y pruebas aportadas y que, sin embargo, la trascendencia de lo publicado no traspase el papel que mancha: más o menos todos y todas tenemos más o menos interiorizado que las farmacéuticas son así, al igual que los políticos del espectral marco parlamentario, que de alguna manera pues bueno, unos nos pueden "curar"? y que cuando nos hagan falta a ellos recurriremos ... Y. mientras tanto, el tinglado se mantiene tal y como está, entre todos lo permitimos y engordamos día a día; las informaciones sobre corrupción, corruptelas, corrompidos y corrompedores forman ya parte del paisaje cotidiano y asumido como inevitable.
( Imagen: blog de Jorge Villavisencio )
Según La Rosa el mercadeo ha jugado un papel fundamental para multiplicar los ingresos de los laboratorios "detectando cierto número de síntomas anodinos y presentarlos como componentes de una enfermedad…", con los que se han organizado campañas de comunicación "con la finalidad de dar a la nueva enfermedad un estatus y un reconocimiento respetables dentro del sistema".
Los datos son claros y abrumadores: cada vez más los grandes laboratorios no sólo investigan y fabrican medicamentos, sino también crean enfermedades.
Por lo menos eso prueba el incremento exponencial de ’’síndromes’’ y ’’patologías’’ de los últimos años y los excesivos gastos de marketing y comunicación por concepto de lanzamiento de un nuevo medicamento, que han estimado en más de 600 millones de dólares.
Muchas de esas patologías ’’tienen límites confusos, mal definidos, y otras parecen ser fabricadas con métodos de dudosa calidad científica’’, apunta categórico Emilio La Rosa en su libro La fabricación de nuevas patologías , publicado por el FCE.
Hace unas décadas, nos recuerda el director del Centro de Investigación y de Estudio Salud y Sociedad de París, las compañías farmacéuticas contrataban representantes para sensibilizar a los médicos sobre la prescripción de los nuevos productos, mientras que ahora los business plans también incluyen al público general.
Gracias al marketing, la industria farmacéutica ’’aprovecha y explota nuestros miedos ancestrales de la muerte, del hándicap y la enfermedad’’.
¿Ha escuchado algo sobre el ’’trastorno de déficit de atención’’ o hiperacitvidad? ¿Del síndrome disfórico premenstrual, de la ’’disfunción sexual femenina’, de la ’’hipertensión arterial’’ o de la ’’depresión bipolar’ y’? Según La Rosa son casos típicos donde el mercadeo ha jugado un papel fundamental para multiplicar los ingresos de los laboratorios "detectando cierto número de síntomas anodinos y presentarlos como componentes de una enfermedad …", con los que se han organizado campañas de comunicación ’’con la finalidad de dar a la nueva enfermedad un estatus y un reconocimiento respetables dentro del sistema’’.
El tratamiento del síndrome premenstrual es paradigmático y el destinado al ’’trastorno de déficit de atención’’ ni se diga: el uso de metilfenidato (Ritalin o Concerta), dice el autor del libro, no mejora el rendimiento escolar a largo plazo; en 25 por ciento ese medicamento ’’es ineficaz y causa una serie de problemas y cuestionamientos vinculados al hecho que tiene efectos semejantes a la cocaína’’.
En 2006 un comité de seguridad sanitaria de la Administración de Alimentos y Fármacos (FDA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos había solicitado que Ritalin y sus derivados ’’tuvieran una etiqueta negra’’ para alertar sobre sus efectos secundarios. La recomendación fue cambiada por otra que sugería que la alerta figurara en la nota de utilización del medicamento, en las conocidas letras chiquitas. ’’La FDA siguió este último dictamen’’.
Pese a sus peligrosos efectos secundarios, como las alucinaciones en algunos casos, la ’’píldora de la obediencia’’ fue tan bien posicionada en el mercado que es prescrita en la actualidad por más médicos, apunta La Rosa, y es demandada por más padres. Cabe recordar que en el país tuvo que prohibirse la administración de Ritalin en escuelas de educación elemental porque en algunos planteles del estado de México así se controlaba a los ’’niños problema’’.
Si vivimos en el reino del marketing -donde algunos escritores ya se valen de agencias de publicidad para ser famosos y los políticos invierten más recursos en el manejo de medios que en superar su analfabetismo funcional-, ¿no convendrá que los poderes públicos controlaran la información que los laboratorios proporcionan, como propone La Rosa? Además de evitar efectos secundarios que en ocasiones resultan más peligrosos que las afecciones que se combaten, se podrían ahorrar recursos y destinarlos a campañas preventivas más baratas. Podríamos empezar a combatir la obesidad, por ejemplo, prohibiendo la venta de comida chatarra dentro y fuera de las escuelas y ofreciendo a los niños, como ocurre en Inglaterra, tiras de pepino y zanahoria, peras, manzanas o alguna fruta de temporada.
La fabricación de las nuevas patologías nos muestra con abundantes datos dos viejos vicios que existen en el mecanismo del mercado: el engaño como estrategia y el frenesí por el dinero fácil. ¿No es para los que no pueden, sino para los que quieren más?
Jorge Villavisencio, 18 de noviembre de 2009
La fabricación de nuevas patologías. De la salud a la enfermedad. Emilio La Rosa, Fondo de Cultura Económica, Lima, 2009
El autor desarrolla la idea de que abordar el tema de la salud no es únicamente una cuestión científica, sino que lleva implícito diversos aspectos, algunos de ellos insospechados, tales como la proliferación de "nuevas afecciones" y de no-enfermedades, la medicalización de la vida, la producción indiscriminada de medicamentos cuyo beneficio terapéutico no es significativamente superior al de los ya existentes, la problemática referida a los conflictos de intereses económicos implicados, entre otros. Este tema de actualidad, que ha sido materia de unos pocos libros y artículos publicados en revistas científicas anglosajonas, pero que no ha tenido la necesaria difusión en los países en desarrollo, particularmente en América Latina, es abordado didácticamente con autoridad y destreza por el autor, apoyado en su vasta experiencia en este campo. Invita a reflexionar sobre aspectos esenciales de la problemática del medicamento: investigación y desarrollo, ética de la salud, fármaco vigilancia, precios elevados, uso racional, riesgo, promoción, etcétera, poniendo especial atención en el tema de los conflictos de intereses económicos en juego y en la necesidad de transparencia en la definición de las políticas relacionadas con la salud.
La pestilente cloaca que el autor de ’la fabricación de nuevas patologías’ hace público, tiene la virtud de provacar la sorpresa y la indignación de algo que subyace en el sótano y que sale a luz, pero nada hay bajo el sol. Todo lo referente al negocio de la medicina huele a podrido. Se recuerda la película Bisturí que más tardó en aparecer que en desaparecer de las pantallas de cine. Se recuerda del maloliente caso de la epidemia h1n1 y que se supone está en investigación por comisión de la comunidad europea. ¿Será posible pensar que las autoridades correspondientes desconozcan estas mentiras, estafas, robo, mafias lucrando con la salud?. Si saben estas situaciones, qué hacen para meter en cintura a estos criminales debidamente organizados, y si no lo saben, entonces para qué están donde están.
Si, es impresionante como consiguen pasar por encima de la montaña de denuncias documentadas, estudios, artículos y hasta libros sobre el dominio mundial del Big Pharma que, con el cartel mundial de Idrocarburos y la industria de guerra dirigen a los gobiernos más peligrosos. Hoy mismo Rebelión publica: La guerra de la industria farmacéutica contra nuestra salud, que os aconsejo leer, y publicar también.
La situación es muy grave.
Veo comentarios interesantes, muy importantes diría, y os quiero señalar este otro que está totalmente conectado con estos aspectos terribles del Imperio:
http://www.servindi.org/actualidad/28949?utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+Servindi+%28Servicio+de+Informaci%C3%B3n+Indigena%29
Este viernes 17 a las 13:00 hrs, el Dr Emilio la Rosa disertará sobre su libro en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú.