Equinacea (purpurea)

Se recomienda Equinácea eficaz en gripe A, sin daños de antivirales y vacunas, y aún no enriquece a farmacéuticas

Se recomienda también Cáncer, prevención e inmunidad.

Los emigrantes europeos incorporan la planta a sus tratamientos habituales para mordedura de serpiente, reumatismo y dolor de cabeza y se exportan a Europa preparados a base de equinácea. Entre 1830 y 1930 los médicos eclécticos americanos promueven su uso como purificador sanguíneo para enfermedades venéreas y tratar jaquecas, reumatismo, tumores, paludismo y hemorroides. A partir de 1930 se cultiva en Alemania y otros países europeos, Australia, Nueva Zelanda, China, etc. Son constituyentes principales ácido achicórico, alquilamidas, polisacáridos, glucoproteínas, poliacetilenos, aceite esencial, derivados del ácido caféico, flavonoides y arabinogalactano.

Según el Vademécum de Fitoterapia la equinácea actúa sobre el sistema inmunitario: estimula la fagocitosis, induce la producción de citocinas, estimula la proliferación linfocitaria, inhibe la síntesis de prostaglandinas, leucotrienos y hialuronidasa, y tiene actividad cicatrizante de heridas, antiviral, antibacteriana y antifúngica. Indicada en prevención y tratamiento de enfermedades infecciosas crónicas o recurrentes de origen viral del tracto respiratorio superior como resfriado común y gripe, y del tracto urogenital o vías urinarias inferiores, con excelente tolerancia. En uso externo coadyuva para tratar heridas de difícil cicatrización y ulceraciones crónicas.

Astrid Van Ginkel precisa que equinácea incrementa las defensas del organismo mediante una estimulación no específica del sistema inmune que aumenta la resistencia en infección aguda y crónica y disminuye el riesgo de infección, interna y externa, por lo que le confiere una importante acción en septicemia, furunculosis, carbúnculos, abscesos, diviesos, amigdalitis, faringitis, nasofaringitis, sinusitis crónica y aguda: y, externamente, en acné, inflamaciones, llagas y úlceras de decúbito.

Luis Redondo Márquez señala que infinidad de trabajos experimentales y clínicos realizados con equinácea demuestran que es una alternativa real como tratamiento complementario de enfermedades infecciosas, con una excelente tolerancia, que contribuye a estimular nuestras defensas y prevenir cuadros infecciosos de carácter crónico-recidivante. Inmunomodulador que influye sobre células inmunocompetentes (granulocitos, monocitos o macrófagos, linfocitos) a través de las cuales se activan mecanismos de protección frente a agentes extraños como virus, bacterias, etc., eleva el número de leucocitos en sangre y estimula la quimiotaxis o emisión de granulocitos, estimula el sistema inmunológico inespecífico, macrófagos y granulocitos sobre todo, que elevan su capacidad fagocítica sobre virus, bacterias y células tumorales mediante un efecto opsonizante o de combinación con ellos. Potencia la liberación de citoquinas como el factor de necrosis tumoral y diversas interleuquinas. Aumenta la liberación de radicales de oxígeno por los macrófagos, destinados a destruir elementos estructurales de los microorganismos como ADN, ARN, proteínas, lípidos, … Estimula los linfocitos T colaboradores y ejerce una actividad virustática, por un efecto tipo interferón.

Los doctores Arthur Roberts y Mary O’Brien añaden que la planta estimula la respuesta del sistema inmunitario y hace que el organismo aumente la producción de leucocitos defensivos, para luchar contra los organismos infecciosos, y de interferón, compuesto natural de lucha antivírica: «También parece que la equinácea estimula el sistema inmunitario para responder a las amenazas internas, por ejemplo buscando y destruyendo las células precancerosas mutantes. Cuando se aplica a la piel en forma de ungüento o loción, acelera la curación de forúnculos, abscesos, herpes labiales y otras infecciones menores. Las gárgaras con equinácea pueden aliviar el dolor de garganta y acelerar la curación de pequeñas úlceras en labios y boca».

Documentación utilizada

– Fitoterapia, inmunidad y cáncer, (ponencia) Dr. Pablo Saz Peiró, Octavas Jornadas de Fitoterapia y Etnobotánica, Madrid, mayo 2004.

– Fitoterapia. Vademécum de prescripción, Masson, Barcelona, 2003.

– Gran Enciclopedia de las Plantas Medicinales, Dr. Josep Lluís Berdones i Serra, Tikal, Premiá de Mar, Girona, 1999.

– Enciclopedia de la Medicina Ortomolecular. Nutricéuticos 2 (Hierbas y remedios botánicos), Dr. Arthur J. Roberts, Dra. Mary E. O’Brien y Genell Subak-Sharpe, Robinbook, Barcelona, 2003.

– Monografía Equinácea, Astrid Van Ginkel, Fitomédica 9, Barcelona, 1997.

– La equinácea purpúrea, Luis Redondo Márquez, Revista de Fitoterapia, Valencia, 2000.

– Compuestos naturales de última generación, Javier Moscardó M., Valencia, 1998.

– La curación del cáncer. Métodos naturales, Dr. Michael Murray, Dr. Tim Birdsall, Dr. Joseph Pizzorno y Dr. Paul Reilly, Robinbook, Barcelona, 2004.

– Diccionario terminológico de Ciencias Médicas, Masson, Barcelona, 1998.

(publicado en Conocer Arganzuela nº 143, diciembre de 2004)