Esta tarde, en BioCultura, conferencia de Nicolás Olea: Cómo la industria altera nuestras hormonas

Los 10 planes que no te puedes perder en #BioCultura Madrid

BioCultura, la feria de productos ecológicos y consumo responsable, llega a Madrid del 7 al 10 de noviembre a IFEMA, con las novedades del sector ecológico y con nuevas propuestas zero waste. En la 35 edición de la feria participarán aproximadamente unos 750 expositores, se prevé una asistencia de 74.000 personas y hay organizadas más de 400 actividades relacionadas con el sector ecológico: alimentación, cosmética, moda sostenible, bienestar y salud. Muestras, talleres, cocina en directo y actividades para los más pequeños, en el marco del festival MamaTerra, son algunas de las propuestas que hacen de BioCultura un evento lúdico, consciente e informativo sobre el consumo ecológico y respetuoso con el medio ambiente. Actividades destacadas, para no perderse entre toda la oferta de la feria:

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1. Showcooking Ecogastronómico

Durante los cuatro días de feria podrás recibir consejos y seguir las recetas paso a paso de los gurús de la cocina ecológica y nutrición. Alrededor de 40 cocineros del mundo bio pondrán a disposición sus conocimientos durante los showcookings participativos: postres saludables, técnicas para tratar las algas, alimentación simbiótica o cocina para la artritis, son algunas de las propuestas.

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2. Showroom Ecostética

Cómo tener unos rizos salvajes, hacer maquillaje eco waterproof, productos eróticos sin tóxicos o cuidarte la piel con aceites esenciales. En los talleres del espacio Ecoestética podrás conocer trucos para el mantenimiento básico de tu piel, ser más consciente de los productos que puedes aplicarte y, también, saber los tóxicos que contienen los tratamientos convencionales. ¡Apúntate y recoge infinidad de consejos!

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3. Encuentros Profesionales Bio2B

Se celebre la quinta edición de los encuentros Bio2B, un espacio de networking para profesionales del sector. Durante este evento se propone dar luz a uno de los problemas principales de la producción ecológica: los envases sostenibles.

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4. MamaTerra

Los pequeños de la casa podrán disfrutar de un festival ecológico infantil hecho a medida. Con talleres de cocina para descubrir combinaciones saludables, huertos para aprender todo sobre los vegetales, mindfunlness familiar y un espacio de juegos preparado para divertirse y zambullirse en la revolución ecológica. Con diversas actividades creativas se tratarán temas como la alimentación bio, la reducción y reutilización de residuos y las problemáticas ambientales. Uno de los talleres estrella de esta edición es la creación de un queso ecológico desde cero con la ayuda de los queseros Pizorros de Villapalacios.

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5. Foodtrucks y música en directo

Si se te abre el apetito después de dar unas vueltas entre expositores, descansa en el espacio de foodtrucks, donde se sirven deliciosos platillos del mundo ecológico. Podrás dar un bocado a una pita rellena con todo tipo de hummus y proteïnas vegetales, a una pizza de kale o comerte una hamburguesa bio de película. Además, durante todo el día podrás viajar entre culturas gracias a los grandes grupos que subirán al escenario. Y para los más pequeños hay organizados dos espectáculos: uno clown y otro de piratas.

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6. Degustaciones de Productos ecológicos valencianos

Desde la organización de BioCultura se celebra el crecimiento anual de más de dos dígitos que ha experimentado el sector ecológico en la comunidad valenciana. Por eso, el Comité de Agricultura Ecológica de la Comunitat Valenciana, CAECV, y los expositores provenientes de Valencia organizan degustaciones de productos autóctonos.

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7. Cata de cervezas ecológicas

En esta edición se organizará la primera cata de cervezas ecológicas a manos de la Asociación Pink Boots Society, que se dedica a la promoción y ayuda de las mujeres que trabajan en la industria cervecera. Podrás disfrutar de una degustación profesional de cervezas ecológicas. Entre las breweries participantes habrá Badúm, Veer, Gabarrera, Galician Brew, Lluna y Lo Vilot.

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Conferencia magistral del Dr. Nicolás Olea Sala N 101 08-11-2019 18:00h.

8. Nicolás Olea [[NICOLÁS OLEA: “¿QUIÉN NOS VA A QUITAR LOS AÑOS DE EXPOSICIÓN A QUÍMICOS TÓXICOS DE NUESTROS HIJOS?

Pedro Burruezo Asociación Vida Sana 13-02-2019

Nicolás Olea es catedrático de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada/Hospital Universitario S. Cecilio (Granada). Es uno de los mayores expertos mundiales en discernir cómo la exposición a productos químicos nocivos puede alterar nuestra salud y la del medio ambiente.

¿Todavía hay negacionistas de los efectos nocivos de los productos químicos en la salud humana?

La verdad es que no sabría decirte. Sé que algunos no quieren aceptar que las cosas no van tan bien como ellos desearían en asuntos de regulación de la exposición química ambiental. Esos individuos se contrarían cuando oyen que es urgente la implementación de una política más estricta y basada en la precaución porque sienten atacado su modelo de progreso. Esas mismas personas tratan de llevar al absurdo muchas de las recomendaciones precautorias que se proponen, ya sea ridiculizándolas o menospreciándolas. Creo que, como alguien ha dicho, su fe ciega en la técnica les hace pensar que todo tiene remedio y que por más que nos equivoquemos, siempre, siempre va a haber una solución técnica. Y se equivocan. Algunos de los efectos son irreversibles y están costando mucho dolor para muchos.

Cambios de los políticos

¿En general, los políticos han cambiado sus posiciones desde el principio de tus investigaciones?

Creo que sí. Al menos hemos conseguido colocar en sus agendas el problema de la exposición humana a los contaminantes ambientales con actividad hormonal y la necesidad de actuar. Europa ha reaccionado con todo su empaque, pero con una lentitud exasperante. Como el mastodonte esquizofrénico que aparenta ser, se debate entre lo que le gustaría legislar con carácter preventivo y lo que la presión política, económica y social le exige. Hemos presenciado enfrentamientos entre el Parlamento Europeo y la Comisión Europea más propios de patios de colegios que de grandes instituciones. ¡Con denuncia al maestro de guardia del recreo incluido! Ocurrió en 2013 … Algunos países, liderados por Suecia, denunciaron a la Comisión Europea ante el Tribunal de Estrasburgo por no cumplir con el mandato dado por el Parlamento Europeo para establecer medidas de identificación de los compuestos disruptores endocrinos –aquellos que afectan a nuestro equilibrio hormonal– e implementar políticas de prevención de la exposición. Como era de esperar la denuncia prosperó, las medidas se están implementando y todo quedó en una demora de cerca de cinco años que más de uno habrá aprovechado en su beneficio.

¿Cuál es el efecto nocivo de los productos químicos de síntesis que más te ha sorprendido en todos estos años de investigaciones?

Hay algunos aspectos bien conocidos por la toxicología reguladora, aquella que se encarga de establecer la evidencia de daño y recomendar las medidas de protección frente a los contaminantes ambientales, que están muy bien afianzados: los efectos de carcinogenicidad, mutagenicidad y toxicidad sobre la reproducción (reprotoxicidad), que identifican a los compuestos químicos que se encuadran bajo las siglas CMR. A este respecto se han hecho grandes progresos. Si un compuesto químico entra en esta clasificación CMR se verá controlado por todo un aparato regulador que limitará su uso y los riesgos derivados de su empleo. No ocurre lo mismo para los compuestos químicos disruptores endocrinos, a pesar de que su exposición en momentos críticos de la vida de un individuo pueda tener consecuencias tan graves como cualquier compuesto CMR. Aquí el déficit regulador es impresionante y se suple con órdenes particulares de la Comisión Europea que, a veces, hasta sonrojan. Es difícil guardar la compostura y no reaccionar ante la sucesión de regulaciones “a la baja”, durante más de veinte años, para controlar la presencia de bisfenol-A, un conocido disruptor endocrino, empleado en el envasado de alimentos, como es el caso del recubrimiento interior de las latas de conserva. Nosotros ya lo denunciamos en 1995. Hasta su prohibición definitiva en 2018 en todo tipo de envases para alimentos destinados a niños menores de tres años hemos asistido a un proceso de regulación penoso que nos parece tremendamente lento. El caso del bisfenol-A en uso alimentario es la crónica de una muerte anunciada y la resistencia numantina de los que se resisten a la búsqueda de una alternativa más segura. La pregunta es: ¿Quién nos va a quitar de encima años, décadas, de exposición inadvertida de nuestros hijos?

Los más peligrosos

¿Cuáles dirías que son los productos más peligrosos en salud humana?

Los compuestos CMR podrían ocupar ese primer lugar en el ránking, pero, tal y conforme está hecha la pregunta, hay un vicio en la formulación que se te ha incorporado al discurso sin darte cuenta: considerar los compuestos químicos de forma individual … En el caso de los compuestos CMR cualquier dosis entraña un riesgo, es decir, es necesario evitar cualquier exposición porque incluso a un nivel bajo de uno de esos compuestos se puede producir un efecto indeseable. En el caso del resto de los compuestos químicos se ha establecido un nivel de seguridad de tal manera que, teóricamente, si no se alcanza esa concentración, no hay peligro. Hasta aquí todo aparentemente bajo control, pero ¿qué pasa cuando coincide la exposición de dos o más compuestos? ¿Se suman sus concentraciones y sus efectos? Éste es uno de los aspectos más relevantes que el estudio de disruptores endocrinos ha traído al debate científico. El llamado efecto combinado o efecto cóctel ha echado por tierra la tranquilidad que nos daba el establecimiento de dosis o concentraciones seguras para muchas sustancias químicas cuando son consideradas de forma aislada.

¿Nos podrías dar algunos ejemplos de esos disruptores endocrinos?

Creo que el concepto de disrupción endocrina ya es familiar para muchos de nosotros y aparecen diariamente noticias sobre la presencia ambiental de muchos compuestos químicos con estas propiedades. Por ejemplo, la reciente movida en torno al uso de los tickets de caja de impresión térmica ha reavivado el problema de la exposición humana a bisfenol-A, constituyente del papel térmico. Pero hay muchos más ejemplos: todo el mundo habla de los cosméticos sin parabenos, sin saber muy bien que esos parabenos son disruptores endocrinos. Se conoce el peligro del residuo de pesticidas en los alimentos de cultivo industrial sin que tampoco sepa mucha gente que parte de la toxicidad de esos compuestos es su capacidad de mimetizar a las hormonas. Por último está el caso del empleo de determinados tipos de plásticos que suponen una exposición a ftalatos o a perfluorados, disruptores endocrinos bien caracterizados.

Como comentaba, la etapa embrionaria, fetal y primera infancia representan etapas de máxima vulnerabilidad frente a los disruptores endocrinos. Lo preocupante es que tras la exposición no se observan efectos inmediatos, sino que estos se presentarán como una mayor susceptibilidad para enfermar en la vida adulta

(…)

¿De qué manera podemos “achicar” nuestra exposición a esos productos tan peligrosos como pesticidas, herbicidas, etc.? ¿Eligiendo alimentos ecológicos?

Hay múltiples fuentes y varias vías de exposición. Entre las fuentes, el origen de los alimentos, su procesamiento, envasado y preparación representa uno de los campos mejor estudiados y con más fácil intervención. Pero no podemos olvidar fuentes de exposición como los cosméticos, los detergentes y artículos de limpieza, los textiles o la calidad del aire exterior y del interior de nuestros hogares. Todas estas fuentes convergen en unas pocas vías de acceso a nuestro organismo, la digestiva, la dérmica y la inhalatoria. Sobre fuentes y vías podemos actuar de forma preventiva. El consumo de productos ecológicos puede ayudar a reducir de forma significativa la exposición a pesticidas y fitosanitarios, pero no debemos olvidar lo que atañe a su empaquetado y su elaboración. Todo el proceso de producción de alimentos es muy vulnerable y está continuamente sometido a la presión de ciertas mejoras, que tan sólo lo son en apariencia. El empleo abusivo de fertilizantes, el empleo sistemático de pesticidas, insecticidas y fungicidas, el uso habitual de herbicidas, resulta, al final, en la presencia del residuo de estos compuestos en el alimento de origen vegetal. La contaminación marina por compuestos persistentes y metales nos trae a la mesa el pescado rico en mercurio, que no hace ninguna falta. Se hace necesaria otra forma de producción que nos asegure que el productor está de nuestro lado, proveyendo alimentos de origen vegetal y animal sin residuos químicos. Los que se han acogido a las formas de producción ecológica nos están haciendo un gran favor. Nuestra elección favorecerá la popularización de esos productos y su competitividad en el mercado.

La alimentación

¿Cuál es tu propuesta para la alimentación?

No soy experto en alimentación y he llegado a este campo tratando de averiguar la causa de enfermedades comunes como el cáncer, la obesidad o la infertilidad. Pero sí que te puedo dar las recomendaciones que he aprendido y me parecen útiles: 1. Come de producción ecológica; 2. Consume productos locales y de temporada; 3. Compra pagando el precio justo, y 4. Come de todo, poco.

¿España es más peligrosa o menos que otros países de nuestro alrededor? ¿Se controlan los alimentos? ¿Se hacen estudios sobre exposición a niveles pequeños?

Afortunadamente para nosotros, somos Europa. Esto quiere decir que nos vemos sometidos a decisiones de carácter global que se han tomado en un Parlamento Europeo donde están representados países con una gran tradición ambiental y con un movimiento ciudadano muy importante. Creo que eso ha sido un buen freno para que no se den demasiados casos ligados a la idiosincrasia de la raza. Como decía un amigo mío sudamericano: “Vengo de un país de listillos, nos pasamos el día maquinando cómo defraudar al fisco o engañar al vecino”. No será el caso de España, ¡no¡, pero creo que las reglas del juego impuestas por la Comisión Europea nos ayudan a controlar muchos aspectos de nuestra seguridad ambiental, en el sentido más amplio de la palabra. No es el momento de discutir el tema, pero la presión europea sobre la regulación del consumo de pescado con altos niveles de mercurio en España y Portugal es un buen ejemplo de lo que estoy refiriendo. Sí, se han hecho buenos estudios sobre exposición química ambiental en España, unos pocos poblacionales y otros ligados a estudios epidemiológicos. Los trabajos de Cataluña y Canarias son pioneros, después han venido otros realizados por el Centro Nacional de Sanidad Ambiental (CNSA). Destaca el estudio en el que participa esta última institución y mi grupo de trabajo, que comprende 27 países europeos. El proyecto se identifica con las siglas HBM4EU y está midiendo la presencia en el cuerpo humano, de individuos reclutados en el norte y sur, este y oeste de Europa, ya sean niños, adolescentes o adultos, de toda una batería de compuestos químicos entre los que se encuentran muchos disruptores endocrinos. Los resultados estarán listos en unos meses y servirán para orientar políticas de prevención de la exposición.

Human Biomonitoring for Europe, HBM4EU – science and policy for a healthy future, European Environment Agency 06-03-2019 (mp4)

HBM4EU – How the body takes up chemicals? European Environment Agency 16-05-2019 (mp4)

screenshot_2019-11-01_hbm4eu_-_buscar_con_google_2_.png

Session B: HBM4EU results and new challenges, Umweltbundesamt Wien 04-10-2018: Under the Austrian EU presidency an international conference entitled “Human biomonitoring in Europescience and policy for healthy citizens” took place in Vienna, Austria on 28 September 2018. This high-level Stakeholder Conference under the auspices of the Austrian Presidency and the European Commission highlighted the benefits of human biomonitoring for policy making, presented the first results of the European HBM4EU joint initiative and contributed to shaping the future of Human Biomonitoring in Europe.

Efecto cóctel

¿Nos puedes hablar brevemente del “efecto cóctel”?

Como ya he comentado el efecto sumatorio de múltiples compuestos químicos actuando de forma combinada –ya sea sinérgica o antagónica, es decir, sumando o restando- ha desarmado el argumentario de “todo está bajo control” que tanto ha pregonado la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria. Como comprenderás, el establecimiento de concentraciones para las cuales no se presume ningún efecto indeseable para la salud, para un determinado pesticida presente en un alimento considerado de forma aislada, queda desautorizado si se consideran varios residuos de pesticidas en, por ejemplo, un tomate, que se unen a los residuos del resto de los componentes de la ensalada, y este primer plato se suma a lo que aporta el segundo plato y todos, al postre. Nos gustaría que se legislara en función de la suma de residuos que aporta nuestra comida diaria y que, además, se tuvieran en consideración los compuestos que se incorporan por nuestra piel cuando usamos determinados cosméticos o por la respiración cuando aspiramos aromas artificiales … Esa sería la forma correcta y honesta de establecer cuánto es admisible de un determinado compuesto químico contaminante ambiental. Pero estamos lejos de ello: el efecto cóctel no está en la agenda de los organismos reguladores.

Los niños

¿Los niños son los más vulnerables a los efectos nocivos de la alimentación convencional? ¿Ellos deberían comer más que nadie “bio”?

Junto al efecto combinado y la invalidez del uso regulador de las bajas dosis, lo que llamamos las ventanas de exposición son el tercer y gran problema de la evaluación del riesgo para la salud tras la exposición a disruptores endocrinos. Siempre hemos denunciado que la toxicología reguladora se ha centrado en el que la paga: Hombre rico del mundo desarrollado. Por esta razón, creo que se ha olvidado la idiosincrasia de la mujer, las peculiaridades del embrión/feto/niño y las dualidades rico/pobre, norte/sur, primer mundo/tercer mundo … Dentro de este contexto, las fases por las que pasa la vida de un individuo, sea cual sea su condición, son determinantes del efecto tras la exposición a un disruptor endocrino. Determinados momentos en tu vida significan diferentes riesgos ante exposiciones idénticas: el embrión y feto, esto es la vida intrauterina, la primera infancia, la pubertad … todos representan momentos de máxima sensibilidad a los contaminantes ambientales. Creo que las generalizaciones en el control de la exposición son desafortunadas y deberían tener en cuenta los momentos en la vida de un individuo que se asocian con el mayor riesgo para el desencadenamiento de un efecto adverso, fases de la vida que llamamos ventanas de exposición. En respuesta a la segunda parte de tu pregunta, la alimentación debería ser especialmente cuidada en esos momentos de la vida de un individuo.

¿Nos puedes hablar de algunas de tus conclusiones en estos años de estudio que tengan que ver con exposición a químicos a través de la dieta y efectos en población infantil?

Como comentaba, la etapa embrionaria, fetal y primera infancia representan etapas de máxima vulnerabilidad frente a los disruptores endocrinos. Lo preocupante es que tras la exposición no se observan efectos inmediatos, sino que éstos se presentarán como una mayor susceptibilidad para enfermar en la vida adulta. Un ejemplo: la exposición intrauterina, en el vientre de la madre del embrión macho –el niño– a disruptores endocrinos con actividad hormonal estrogénica y antiandrogénica se asocia con un fracaso en la producción de semen en la edad adulta. En otras palabras, en la base de la infertilidad masculina asociada a la baja calidad de su semen … podría estar la exposición de la madre cuando quedó embarazada a contaminantes ambientales. Todo se encuadra dentro del llamado Síndrome de Disgenesia Testicular en el que la exposición ambiental parece tener un papel importante, y que implica no sólo mala calidad seminal sino también un mayor riesgo de padecer cáncer de testículo o un defecto de la colocación del testículo en la bolsa escrotal (criptorquidia) observado al nacimiento. (…) la hipótesis del origen temprano de enfermedades de presentación en el adulto está cada vez más fundamentada.

Baja natalidad

¿Nuestra baja natalidad tiene que ver con los efectos hormonales de la polución química y sus consecuencias en la población humana? ¿Somos un país muy expuesto?

El ejemplo de la respuesta anterior, es decir, la mala calidad y pobreza seminal del varón está contribuyendo en toda Europa, y en el mundo occidental en general, a la infecundidad de las parejas. Es cierto que la infertilidad masculina y femenina son multicausales, pero en ambos casos la exposición ambiental, es decir nuestros hábitos y exposiciones del día a día, están contribuyendo a este fenómeno. El problema del varón se describió en Europa del Norte, para más tarde generalizarse en todos los países desarrollados. En España, los varones no escapan a esa tendencia decreciente de su calidad seminal que no parece haber tocado fondo, como se constata en cada nuevo estudio que se hace en Europa y España. Este problema tiene dos aspectos no bien conocidos por la opinión pública, que van más allá de la infertilidad del varón. El primero es que esa infertilidad se asocia en el varón con la caída en los valores de testosterona (la hormona masculina), lo que significa un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad metabólica, la diabetes y/ padecer problemas cardiacos. El segundo, es que nos ha servido para darnos cuenta de cómo reacciona nuestro primer mundo a esta evidencia, ya que, en lugar de buscar la causa, se proponen soluciones basadas en la técnica. En este caso particular, han proliferado las clínicas de reproducción asistida. ¡En Granada ya hay más que oficinas de farmacia! Es una huida hacia adelante tan típica de la sociedad actual, donde la tecnología quiere resolver los problemas provocados por la propia tecnificación.

Vida Sana

Nicolás Olea: «El cien por cien de los niños españoles mea plástico cada día« rtve 27-10-2019

Entrevista a Nicolás Olea Fundación Vivo Sano 26-03-2018

La exposición a disruptores endocrinos Nicolás Olea, Laboratorio de Investigaciones Médicas Hospital Clínico, Universidad de Granada (ponencia en la mesa redonda “El riesgo tóxico como problema específico para las mujeres”, en el Curso de verano de El Escorial ’Riesgo Tóxico: Protección Ambiental, Salud Laboral y Seguridad Alimentaria’ organizado por ISTAS-CC.OO. del 30-07 al 03-08-2001) 02-08-2001

MP3

«Tóxicos en casa»: Nicolás Olea en Salud al Día, ibs.Granada 02-02-2015 (MP4)

Tóxicos en las sartenes y útiles de cocina – Catedrático Nicolás Olea, GeneracionNatura 29-04-2013 (MP4)

Hogar sin tóxicos

Exposición química en el hogar y formas de evitarla, por Nicolás Olea (1)

Exposición química en el hogar y formas de evitarla, por Nicolás Olea (2)

Los Tóxicos en nuestra Cosmética por Nicolas Olea

Nicolás Olea. La contaminación química y sus consecuencias para la salud

Dr. Nicolás Olea: Cómo la industria altera nuestras hormonas: consecuencias y peligros

Cómo Prevenir la Influencia Química, por Nicolás Olea

Determinantes ambientales de la Salud y Enfermedad – Dr. Nicolás Olea

Libro Hogar sin tóxicos

DOCUMENTACIÓN RELACIONADA

A) (INFORME) DIRECTO A TUS HORMONAS 2018

ecologistas en acción 12-06-2018

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España es el mayor consumidor de pesticidas de Europa (1). En el año 2014 se comercializaron en nuestro país 78.926 toneladas de plaguicidas, un 24 % más que en 2012 (2), un ejemplo de la tendencia al alza en el consumo que España ha mantenido en los últimos años.

Las miles de toneladas de plaguicidas que se fumigan cada año sobre cosechas y plantaciones exponen a las y los agricultores y a sus familias a sustancias tóxicas, contaminan el suelo, el agua, el aire y a la fauna silvestre. Pero además, residuos invisibles de pesticidas quedan en los alimentos, llegando directamente hasta los consumidores.

Éste es el segundo año que Ecologistas en Acción publica el informe “Directo a tus hormonas”, con el objetivo de visibilizar la exposición de la población española a plaguicidas a través de los alimentos. El estudio se centra en los plaguicidas contaminantes hormonales y analiza los últimos datos oficiales disponibles sobre la presencia de residuos de plaguicidas en alimentos, correspondientes al año 2015.

El término contaminante hormonal o disruptor endocrino (EDC por sus siglas en inglés) define un conjunto diverso y heterogéneo de compuestos químicos exógenos, capaces de alterar la síntesis, liberación, transporte, metabolismo, enlace, acción o eliminación de las hormonas naturales en el organismo (3).

Actualmente, existen 493 sustancias activas autorizadas para su uso como plaguicidas en Europa (4). El Reglamento 1107/2009 de plaguicidas establece los criterios para autorizar su comercialización y uso en la Unión Europea (5) y prohíbe expresamente el uso de sustancias activas:

• clasificadas en la UE como cancerígenas, mutágenas o tóxicas para la reproducción
(Categorías 1A y 1B);

• que tengan propiedades de alteración endocrina que puedan causar efectos
nocivos en los seres humanos;

• los agentes contaminantes orgánicos persistentes (COP);

• las sustancias persistentes, bioacumulativas y tóxicas (PBT); y

• las sustancias muy persistentes y muy bioacumulativas (mPmB).

La prohibición del uso de plaguicidas capaces de alterar el sistema endocrino no se ha aplicado hasta la fecha porque no existían criterios legales para identificar legalmente qué sustancias son disruptoras endocrinos. La Comisión Europea tenía la obligación legal de publicar los criterios antes de diciembre de 2013, pero el lobby de la industria química y de pesticidas así como los negociadores de la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP), han conseguido que la Comisión haya pospuesto repetidamente su publicación, tal como ha documentado Stéphane Horel, periodista y documentalista independiente, en el informe “Un asunto tóxico” (6).

En junio de 2016, tras una sentencia condenatoria del Tribunal Superior de Justicia de la Unión Europea, la Comisión presentó una propuesta que tras varias modificaciones finalmente ha sido aprobada por los Estados miembros en abril de 2018 (Reglamento 2018/605, de 19 de abril de 2018). Por desgracia, la propuesta aprobada por la Comisión no cumple con su objetivo de proteger la salud de la población y el medio ambiente, ya que establece un nivel de prueba tan elevado para identificar una sustancia como disruptora endocrina, que muy pocas sustancias activas con propiedades de alteración endocrina serían prohibidas. Contradice así el espíritu del Reglamento de plaguicidas, basado en el principio de precaución.

Por otro lado, el Reglamento (396/2005) (7) establece la cantidad máxima permitida de residuos de cada plaguicida en alimentos y piensos, denominada límite máximo de residuo (LMR) (8).

Para garantizar el cumplimiento de estos límites de residuos, las autoridades sanitarias llevan a cabo campañas de control que analizan la presencia de una serie de residuos de plaguicidas en muestras de alimentos que adquieren en el mercado. Los resultados de estos análisis muestran que la mayoría de los alimentos estudiados (98 %) cumplen con la normativa y presentan concentraciones de cada uno de los diferentes plaguicidas analizados por debajo del límite máximo legal establecido (9).

Este informe pretende explicar por qué los límites legales de residuos establecidos por el Reglamento (396/2005) (10) no protegen la salud de la población frente a los plaguicidas con capacidad de alterar el sistema hormonal y posiblemente, tampoco protejan a la población de los riesgos para la salud de los plaguicidas con otras características tóxicas.

Utilizando los datos oficiales del Programa de Control de Residuos de Plaguicidas del año 2015 recopilados por la Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), el informe describe los residuos de plaguicidas que se encuentran en los alimentos en España y muestra que el nivel de exposición de la población a estas sustancias a través de la alimentación es preocupante.

Todo ello corrobora la necesidad de tomar medidas urgentes para reducir la exposición de la población a los plaguicidas contaminantes hormonales.

Notas

1. Eurostat

2. a): INE. Resultados Encuesta de Comercialización Fitosanitarios 2014 & b): INE. Resultados Encuesta de Comercialización Fitosanitarios

3. Kavlock, R. J. et al.: Research Needs for the risk assessment of health and environmental effects of endocrine disruptors: a report of the U. S. EPA-sponsored workshop. Environ. Health Perspect.1996 Aug; 104 Suppl. 4: 715–40.

4. EU Pesticides database

5. Reglamento (CE) Nº 1107/2009 del Parlamento Europeo y del Consejo de 21 de octubre de 2009 relativo a la comercialización de productos fitosanitarios y por el que se derogan las Directivas 79/117/CEE y 91/414/CEE del Consejo Diario Oficial de la Unión Europea 24.11.2009.

6. A Toxic Affair: How the chemical lobby blocked action on hormone disrupting chemicals:

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A Toxic Affair: How the chemical lobby blocked action on hormone disrupting chemicals 19.05.2015: An investigation led by research and campaign group Corporate Europe Observatory (CEO) and journalist Stéphane Horel exposes corporate lobby groups mobilising to stop the EU taking action on hormone (endocrine) disrupting chemicals (EDCs). The report sheds light on how corporations and their lobby groups have used numerous tactics from the corporate lobbying playbook: scaremongering, evidence-discrediting, and delaying tactics, as well as using the ongoing TTIP negotiations as a leverage. But industry’s interests were also defended by actors within the Commission. (Corporate Europe Observatory).

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Presentación del informe «Un asunto tóxico. Cómo el lobby de la industria química bloqueó la adopción de medidas contra los disruptores endocrinos« (09-02-2016) Ecologistas en Acción ha presentado en Madrid la traducción al castellano del informe ‘Un asunto tóxico, escrito por la periodista Stéphane Horel, que saca a la luz la trama de intereses entre la industria y miembros de la Comisión Europea alrededor de los contaminantes hormonales, cuenta la historia de cómo una importante iniciativa de salud pública de la UE ha sido bloqueda por grupos de lobby corporativo conjuntamente con protagonistas de la Comisión Europea; cómo la industria ha utilizado con éxito las tácticas de lobby; y cómo algunos funcionarios, trabajadores a cargo de la salud pública en la Unión Europea, parece que han servido a los intereses corporativos por encima de los intereses públicos.

7. Reglamento (CE) Nº 396/2005 del Parlamento Europeo y del Consejo de 23 de febrero de 2005 relativo a los límites máximos de residuos de plaguicidas en alimentos y piensos de origen vegetal y animal y que modifica la Directiva 91/414/CEE del Consejo Diario Oficial de la Unión Europea 16.3.2005.

8. Reglamento (CE) Nº 396/2005 del Parlamento Europeo y del Consejo de 23 de febrero de 2005 relativo a los límites máximos de residuos de plaguicidas en alimentos y piensos de origen vegetal y animal y que modifica la Directiva 91/414/CEE del Consejo. Diario Oficial de la Unión Europea 16.3.2005.

9. EU – Pesticides database

10. Reglamento (CE) Nº 396/2005 del Parlamento Europeo y del Consejo de 23 de febrero de 2005 relativo a los límites máximos de residuos de plaguicidas en alimentos y piensos de origen vegetal y animal y que modifica la Directiva 91/414/CEE del Consejo Diario Oficial de la Unión Europea 16.3.2005.

Artículos relacionados

Aumenta el número de pesticidas disruptores endocrinos en los alimentos

Contaminantes hormonales

ecologistas en acción

B) DISRUPTORES ENDOCRINOS

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Disruptores endocrinos – Nuevas respuestas para nuevos retos, Dolores Romano Mozo (responsable de Políticas de Sustancias Químicas de Ecologistas en Acción), Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS), octubre 2012

Resumen:

La prevención de los riesgos para la salud y el medio ambiente por la exposición a disruptores endocrinos (EDC) supone un auténtico reto. Los métodos tradicionales de evaluación de riesgos de las sustancias químicas incorporados a la normativa vigente no son válidos para proteger a la población y al medio ambiente frente a estas sustancias debido a sus particulares características toxicológicas:

• Pueden actuar a dosis muy bajas,

• Existen periodos del desarrollo que son especialmente vulnerables a la disrupción endocrina, provocando daños que pueden causar importantes efectos sobre la salud a lo largo de toda la vida,

• Su relación dosis-efecto no es lineal,

• Pueden actuar combinadas,

• Pueden producir efectos a varias generaciones,

• Pueden tener largos periodos de latencia,

• Ubiquidad de la exposición a EDC,

• No es posible establecer umbrales de exposición seguros a EDC.

Por ello, es necesario utilizar un nuevo paradigma, aplicar el principio de precaución, y adoptar medidas urgentes para:

• Eliminar o reducir en la medida de lo posible la exposición a EDC,

• Evitar la exposición de niños y mujeres en edad reproductiva, embarazadas y lactantes,

• Establecer nuevos métodos de identificación y evaluación que incluyan todas las sustancias capaces de interferir con el sistema hormonal.

Este informe pretende dar a conocer qué son los EDC, explicar sus particularidades toxicológicas, sus efectos para la salud, las sustancias y actividades implicadas y ofrecer datos de exposición a EDC en España.

Además, presenta 5 estudios de caso de exposición a EDC en diferentes actividades, mostrando posibles alternativas y ejemplos de eliminación o sustitución de estas sustancias.

Por último, resume el marco normativo y presenta propuestas de actuación para reducir la exposición a disruptores endocrinos.

Salud Sin Daño

Comparecencia de Dolores Romano Mozo ante la Comisión de Medio Ambiente y Cambio Climático del Senado, para informar sobre la presencia de plaguicidas disruptores endocrinos en los ríos españoles (Comisión de Transición Ecológica, Sesión Nº 37, 04-10-2018).

C) NUESTRO FUTURO ROBADO

Nuestro Futuro Robado, Theo Colborn, Dianne Dumanoski y Pete Myers (PDF)

¿Estamos poniendo en peligro nuestra fecundidad, inteligencia y supervivencia? Un relato detectivesco-científico

« Los niños tienen derecho a nacer libres de sustancias químicas sintéticas »

Hace más de treinta años, el libro de Rachel Carson Primavera silenciosa dio el primer aviso de que ciertos productos químicos artificiales se habían difundido por todo el planeta, contaminando prácticamente a todos los seres vivos hasta en las tierras vírgenes más remotas. Aquel libro, que marcó un hito, presentó pruebas del mortífero impuesto que dichas sustancias sintéticas cobraban a las aves y demás fauna silvestre. Pero hasta ahora no se habían advertido las plenas consecuencias de esta insidiosa invasión, que está trastornando el desarrollo sexual y la reproducción, no sólo de numerosas poblaciones animales, sino, por lo que parece, también de los seres humanos.

Nuestro futuro robado , escrito por dos prominentes científicos ambientales y una galardonada periodista especializada en medio ambiente, reúne por primera vez las alarmantes evidencias obtenidas en estudios de campo, experimentos de laboratorio y estadísticas humanas, para plantear en términos científicos el caso de este nuevo peligro, que en gran medida está pasando inadvertido. Comienza allí donde terminaba Primavera silenciosa, revelando las causas primeras de los síntomas que tanto alarmaron a Carson. Basándose en décadas de investigación, los autores presentan un impresionante informe que sigue la pista de defectos congénitos, anomalías sexuales y fallos de reproducción en poblaciones silvestres, hasta su origen: sustancias químicas que suplantan a las hormonas naturales, trastornando los procesos normales de reproducción y desarrollo.

Los seres humanos distan mucho de ser inmunes a los efectos de estos «impostores hormonales». La cantidad de espermatozoides en los hombres ha descendido hasta un 50 por 100 en las últimas décadas, y las mujeres se enfrentan a un espectacular aumento de los cánceres relacionados con hormonas, endometriosis y otros trastornos. Al poner en peligro el proceso fundamental que garantiza la supervivencia de la especie -la capacidad reproductiva-, estas sustancias pueden estar socavando sin ser vistas el futuro de la humanidad.

Los autores de Nuestro futuro robado repasan la fascinante investigación científica que relaciona estos problemas con los «disruptores endocrinos», estafadores químicos que dificultan la reproducción de los adultos y amenazan con graves peligros a sus descendientes en fase de desarrollo. Explican cómo estos contaminantes han llegado a convertirse en parte integrante de nuestra economía industrial, difundiéndose con asombrosa facilidad por toda la biosfera, desde el Ecuador a los polos. Y estudian lo que podemos y debemos hacer para combatir este omnipresente peligro.

Las conclusiones a las que llegan son tan urgentes como ineludibles. A corto plazo, es preciso tomar medidas drásticas para protegernos, nosotros y nuestras familias; y a largo plazo, habrá que introducir cambios trascendentales en la fabricación y empleo de sustancias sintéticas que han llegado a convertirse en parte integrante de nuestra vida. Este libro incisivo y tremendamente importante es una obra indispensable para los interesados en el profundo impacto humano sobre el medio ambiente, en la integridad y supervivencia de nuestra especie, y en el bienestar de nuestros hijos.

Nuestro futuro robado, como señala Al Gore, vicepresidente de EE UU y autor del prólogo, es un libro de importancia trascendental, que nos obliga a plantearnos nuevas preguntas acerca de las sustancias químicas sintéticas que hemos esparcido por toda la Tierra. Por el bien de nuestros hijos y nietos, es urgente que busquemos las respuestas. Todos tenemos derecho a saber y la obligación de aprender.

daphniaistas

D) PRIMAVERA SILENCIOSA de Rachel Carson

Publicación de la Primavera Silenciosa ecologistas en acción 27-09-2016

El 27 de septiembre de 1962 se publicaba el libro Primavera Silenciosa (Silent Spring en inglés), un clásico de la literatura medioambiental. Su autora Rachel Carson (1907-1964) advertía de los efectos perjudiciales de los pesticidas en el medio ambiente y culpaba a la industria química de la creciente contaminación.

Esta zoóloga, nacida en Springdale, Pensilvania, concentró sus estudios en los efectos perniciosos del mal uso de pesticidas sobre el medio ambiente. Su severa crítica al uso del DDT, al que calificaba de elixir de la muerte, fue uno de los detonantes del movimiento ambientalista mundial en los sesenta: “por primera vez en la historia del mundo”, decía, “todo ser humano está ahora en contacto con productos químicos peligrosos, desde el momento de su concepción hasta su muerte».

Muchos científicos lo calificaron de fantasioso y los consorcios industriales afectados por las denuncias de Carson, unidos al Departamento de Agricultura de EE UU, lanzaron un furibundo ataque contra esta científica y escritora.

Otros, sin embargo, apoyaron a la autora, y consiguieron que el DDT fuera prohibido por la legislación de EE UU.

ecologistas en acción

DDT: Primavera silenciosa (Rachel Carson) (MP4)

DDT: Primavera silenciosa (Rachel Carson) Raul Espert dailymotion 26-03-2014 Primavera silenciosa (Silent Spring, en inglés) es un libro de Rachel Carson publicado en 1962 que advertía de los efectos perjudiciales de los pesticidas en el medio ambiente y culpaba a la industria química de la creciente contaminación. Muchos científicos lo calificaron de fantasioso, pero para muchas personas se trata del primer libro divulgativo sobre impacto ambiental y se ha convertido en un clásico de la concienciación ecológica. Otros apoyaron a la autora, y consiguieron que el Departamento de Agricultura revisara su política sobre pesticidas y que el DDT fuera prohibido por la legislación de los Estados Unidos. En 2006, Primavera silenciosa fue considerado uno de los 25 libros de divulgación científica más influyentes de todos los tiempos por los editores de Discover.

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Rachel Carson, la mujer que inauguró el ecologismo contemporáneo

Ambiental.net 28-05-2018

El 27 de mayo de 1907 nacía la bióloga marina que denunció el uso desmedido de pesticidas. Su obra Primavera Silenciosa (1962) popularizó la conciencia ecológica en el movimiento de masas.

En 1962 la escritora y bióloga marina Rachel Carson publicó Primavera silenciosa, una investigación sobre el uso generalizado de pesticidas, en donde denunció que los venenos utilizados se acumulaban en la cadena alimenticia, con enormes riesgos para la salud humana y terribles efectos para la flora y fauna: “Polvos y aerosoles ahora se aplican casi universalmente a granjas, jardines, bosques y hogares. Productos químicos no selectivos que tienen el poder de matar a todos los insectos, a los “buenos” y a los “malos”, de calmar el canto de los pájaros y el salto de los peces en los arroyos, de cubrir las hojas con una película mortal para luego permanecer en el suelo. Todo esto aunque el objetivo deseado pueda ser sólo unas pocas hierbas o insectos”, escribió. Algunos autores habían sugerido anteriormente que los plaguicidas modernos planteaban peligros, pero ninguno escribió con la elocuencia de Carson.

Por supuesto, la respuesta de la industria química norteamericana, que estaba en el centro del crecimiento económico de la segunda posguerra, no se hizo esperar. Carson fue objeto de una feroz campaña de difamación. No solo la acusaron de comunista o “fanática de la naturaleza”, sino también de “histérica” y “solterona” aludiendo a su condición de mujer científica de 55 años sin hijos. Advirtieron a los editores de periódicos y revistas que las reseñas favorables podrían reducir los ingresos publicitarios. Monsanto publicó en respuesta una breve historia, en donde señalaba que la falta de uso de pesticidas resultaba en una plaga de insectos que devastaba Estados Unidos. Robert White-Stevens, de la American Cyanamid, llegó a declarar en un programa de televisión que “si el hombre siguiera las enseñanzas de la señorita Carson, volveríamos a la Edad Oscura y los insectos, las enfermedades y las plagas volverían a heredar la Tierra”.

La publicación del libro fue todo un éxito permaneciendo siete meses en la lista de best sellers del New York Times y desencadenó una investigación federal sobre el uso indebido de pesticidas, con audiencias en el Congreso y el endurecimiento de las regulaciones al respecto. El propio John Kennedy ordenó a sus asesores científicos la elaboración de una investigación sobre el tema, cuyo informe final le terminó dando la razón a Carson. Se crearían nuevos organismos de control como la Agencia de Protección Ambiental y ocho de los doce plaguicidas tratados en su libro serían prohibidos.

Primavera Silenciosa no sólo se enfocó en los peligros de los pesticidas químicos, se trató también de una historia magistral sobre el mundo natural, convirtiéndose en uno de los primeros libros sobre ecología que impregna la cultura popular. Su enfoque implacable fue deliberado. Carson estaba tratando de hacer más que poner fin a una práctica inicua. Según su biógrafo Mark Hamilton Lytle, autor de The Gentle Subversive: Rachel Carson, Silent Spring, and the Rise of the Environmental Movement, ella había decidido escribir “un libro cuestionando el paradigma del progreso científico que definió la cultura estadounidense de posguerra”. Primavera Silenciosa se convertía en el puntapié inicial de la primera ola ecologista contemporánea.

Entre la literatura y la biología

Rachel Louise Carson nació el 27 de mayo de 1907 en la ciudad ribereña de Springdale, Pensilvania, siendo la menor de tres hermanos. Recibió su educación en una sencilla granja heredando de su madre un profundo amor por la naturaleza. Según Linda Lear, biógrafa y autora de Rachel Carson: Witness for Nature, “su romance con el mar comenzó un día cuando encontró un gran caparazón fosilizado” mientras cavaba en las laderas del río Allegheny, un hecho que la llenó de curiosidad por las criaturas que alguna vez gobernaron el área. Lear también señaló que Springdale estaba atrapada entre dos enormes plantas eléctricas de carbón, las que dejaban el área como un páramo mugriento por la contaminación industrial. Según ella, Carson observó “que los capitanes de la industria no prestaron atención a la contaminación de su ciudad natal y no se responsabilizaron de ello”. Eran hechos que marcarían profundamente su visión del mundo.

Carson ingresó en el Pennsylvania College for Women en Pittsburgh a la carrera de Literatura, con la intención de convertirse en escritora. Pero debido a que tempranamente había desarrollado un profundo interés por el mundo natural, al tercer año se cambió a la carrera de Biología. Tras licenciarse en 1929, ejercer como docente en la Universidad de Maryland y recibir en 1932 una maestría en zoología de la Universidad John Hopkins, prosiguió su postgrado en el Laboratorio de Biología Marina en Wood Hole, Masachusets.

Sin embargo, debido a la difícil situación económica familiar (su padre y su hermana fallecieron, por lo que tuvo que hacerse cargo de su madre y sus sobrinos) intensificada por la Gran depresión norteamericana, Carson debió suspender sus estudios y comenzar a escribir artículos sobre historia natural para el Baltimore Sun y el Atlantic Monthly, además de guiones de radio para la Oficina de Pesca de Estados Unidos (hoy Servicio de Pesca y Vida Silvestre).

Fue en este lugar donde Carson, siendo ya bióloga marina, comenzó una carrera como editora y científica. En 1936, a los 29 años, se había convertido en la segunda mujer contratada por la Oficina para un puesto profesional de tiempo completo, llegando a ser la editora en jefe en 1949, tras quince años de trabajo.

La poesía del mar

Fue gracias a Undersea, un artículo de 1937 en The Atlantic Monthly (que había surgido originalmente como folleto para la Oficina de Pesca), que Carson sentó la base para su primer libro, Under the Sea Wind, publicado en 1941. Según Carson se trató de una serie de narrativas en secuencia sobre la vida de la costa, el océano abierto y el fondo marino. El libro fue ampliamente elogiado por haber combinado notablemente la minuciosidad y precisión científica con un elegante estilo de prosa lírica.

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No fue fácil abrirse camino como mujer y científica. A finales de la década de 1940, en su afán por aprender más sobre el mar, trató de abordar al Albatross III, un barco de investigación de la Oficina de Pesca en Woods Hole. Sin embargo, su pedido fue rechazado ya que a las mujeres no se les permitía ingresar a los barcos. Tuvo que contactar con el director de la Oficina de Pesca de Washington para acceder a un permiso para un crucero de diez días en las turbulentas aguas del George’s Bank, frente a la costa de Maine.

Este viaje le permitió a Carson escribir lo que sería su segundo libro, The Sea Around Us (1951), serializado inicialmente en la prestigiosa revista The New Yorker. El libro estaría 86 semanas en la lista de best sellers del New York Times (39 de ellas en el número uno), ganando el Premio Nacional del Libro, la Medalla de Oro de la Sociedad Zoológica de Nueva York, la Medalla John Burroughs, la Medalla de Oro de la Sociedad Geográfica de Filadelfia y siendo traducido a más de treinta idiomas. Además, una versión cinematográfica de The Sea Around Us ganó el premio Oscar en 1953 por Mejor Documental.

Carson había demostrado ser una escritora de gran talento, capaz de tomar material científico seco y convertirlo en una lectura interesante, adecuada para el público en general. Al recibir el Premio Nacional del Libro dijo: “Si en mi libro hay poesía sobre el mar no es porque lo expresé deliberadamente, sino porque nadie podía escribir con sinceridad sobre el mar y dejar de lado la poesía”. En 1955 completaría su trilogía sobre la temática marina con The Edge of the Sea, que también se publicaría inicialmente en The New Yorker y se convertiría en éxito de ventas.

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Carson abandonó su puesto en la Oficina de Pesca en 1952 y regresó a Woods Hole para dedicarse completamente a sus investigaciones. Sin embargo, su situación familiar había recibido un nuevo revés. Debido al fallecimiento de su sobrina adoptiva, Carson debió adoptar a su hijo de cinco años, Roger Christie, además de seguir brindando los cuidados a su anciana madre. Así fue como se mudaron a Silver Spring, Maryland, para criar a Roger y explorar juntos la costa rocosa de Maine. Estas salidas figuraron en un artículo de 1956 de la revista Woman’s Home Companion titulado “Ayuda a tu hijo a preguntarse”-, más tarde ampliado y publicado como libro bajo el nombre The Sense of Wonder.

Pero a finales de la década del 50, Rachel Carson ya se sentía atraída por un tema que, sin quererlo, surgía persistentemente de sus investigaciones. Tanto ella como otros científicos comenzaron a preocuparse por lo que estaban aprendiendo sobre los nuevos productos químicos sintéticos y los efectos provocados tras ser liberados al ambiente.

El hombre contra la Tierra

Gracias a sus estudios marinos en la Oficina de Pesca comenzó a recopilar diversos datos sobre los efectos en la vida marina del Dicloro difenil tricloroetano, más conocido como DDT, y otros plaguicidas. Como las anormalidades a menudo aparecen primero en peces y vida silvestre, los biólogos fueron los primeros en ver los efectos nocivos de los químicos en el medio ambiente. Carson también había aprendido acerca de varios programas de control de depredadores y plagas que estaban diseminando libremente plaguicidas en el medio ambiente con poca consideración por las consecuencias más allá de la plaga. En una de sus primeras incursiones en el tema propuso un artículo a Reader’s Digest sobre evidencia del daño ambiental del DDT, pero la revista lo rechazó.

En enero de 1958 Carson recibe de su amiga Olga Huckins de Masachusets la copia de una carta que había enviado al Boston Herald denunciando cómo las fumigaciones con DDT provocaron la muerte de todas las aves de su santuario natural. La fumigación se había realizado hacía sólo un mes con el fin de matar mosquitos y Huckins esperaba que Carson pudiese ayudarla a detener las fumigaciones. Tras discutir el tema con sus editores de la revista The New Yorker y la editorial educativa Houghton Mifflin, Carson acordó comenzar a escribir lo que podría ser una revista o posiblemente algo apropiado para un capítulo de un libro sobre el mismo tema.

Carson no era la única científica preocupada por los efectos de los pesticidas en el medio ambiente. Diecisiete años antes, en la prestigiosa revista Nature, el expresidente de la Sociedad Entomológica de Nueva York, Edwin Teale, había denunciado que “un aerosol tan indiscriminado como el DDT puede trastornar la economía de la naturaleza tanto como una revolución trastorna la economía social. El noventa por ciento de todos los insectos son buenos, y si mueren las cosas se desvanecen de inmediato”. Tres años después del artículo en Nature la Asociación Médica Estadounidense advertía que la toxicidad crónica de la mayoría de los nuevos plaguicidas, incluido el DDT, en los seres humanos era un asunto “completamente inexplorado”. Sin embargo, estas advertencias rara vez surgían fuera de los círculos científicos.

Pero en 1957 algunos agricultores de Long Island, Nueva York, presentaron una demanda para detener la pulverización de DDT en su área. La demanda fue exitosa, pero el caso llegó a la Corte Suprema, cuyos miembros, salvo un juez, se negaron a escucharlo. Carson siguió los procedimientos del caso y se benefició de un inesperado acceso a documentos y contactos científicos. Paralelamente, se mantenía informada sobre el Programa de erradicación de hormigas rojas del Departamento de Agricultura que había comenzado ese mismo año y que utilizó dos potentes insecticidas, la dieldrina y el heptacloro. Se trató de una campaña de fumigación que los expertos en vida silvestre catalogarían posteriormente como un fracaso, como señaló el biólogo de Harvard y ganador del Premio Pulitzer, Edward O. Wilson.

En 1959 Carson escribe en el Washington Post denunciando que el uso excesivo de pesticidas había provocado una reciente disminución en la población de aves. Pero el escándalo nacional estallaría cuando a finales de ese año se descubre que los arándanos contenían altos niveles del pesticida aminotriazol. Carson asistió a las audiencias subsiguientes de la Administración de Alimentos y Medicamentos, saliendo consternada por el testimonio y las tácticas utilizadas por la industria química, que contradecían los datos científicos encontrados por ella.

Cuanto más aprendía sobre el uso de pesticidas, más me horrorizaba”, escribió más tarde. “Me di cuenta de que aquí estaba el material para un libro. Lo que descubrí fue que todo lo que significaba más para mí como naturalista estaba siendo amenazado, y que nada de lo que pudiera hacer sería más importante”.

El ruidoso verano de Primavera Silenciosa

Carson era la persona indicada en el momento indicado en el lugar indicado. Sabía cómo contar esa historia utilizando la información científica a la que accedía y compilaba, y seleccionó cuidadosamente su trabajo, ya que tanto ella como su editor esperaban que el libro fuera examinado de cerca por científicos y críticos.

Para marzo de 1960 su libro estaba en buena parte terminado, pero Carson sería víctima de un nuevo revés en su vida personal. Un tumor de mama por la que había sido tratada hace algunos años resultó en realidad ser maligno. Carson estaba plagada de enfermedades como artritis, úlceras, infecciones por estafilococos y una batalla continua contra el cáncer, pero sabía que era vital terminar el libro.

En un primer momento, Carson quiso titular su trabajo como The Control of the Nature y posteriormente Man Against the Earth. Sin embargo, por recomendación de su editor en Houghton Mifflin, Paul Brooks, se decidió finalmente por Silent Spring, nombre propuesto originalmente para el capítulo dedicado a la disminución de la población de pájaros.

Se trataba de 260 páginas de informes con historias atractivas, algunas de gente común que lidiaba con problemas químicos en sus comunidades, a las que Carson agregaría información científica o una explicación más detallada. Tenía mucha documentación, con más de 50 páginas de citas científicas en su mayoría para apoyar su presentación de informes, ilustrando conceptos más amplios, como el funcionamiento de las cadenas alimentarias y los sistemas ecológicos.

Antes de que Primavera Silenciosa fuese publicado como libro en septiembre de 1962, The New Yorker reprodujo partes del trabajo en tres números sucesivos de junio. Inmediatamente su denuncia se convirtió en un estruendo que hizo estallar las ventanas de la industria química, la que venía siguiendo muy preocupada los pasos de Carson.

El 22 de julio el New York Times publicó como nota principal de tapa un artículo de John B. Lee que señalaba cómo la industria de los agroquímicos “se levanta en armas contra un nuevo libro”: “La industria de pesticidas, con un valor de $ 300.000.000, ha sido altamente irritada por una mujer silenciosa, autora cuyos trabajos previos en ciencia han sido elogiados por la belleza y precisión de la escritura”.

En el mismo periódico citaban a Pincus Rothberg, presidente de Montrose Chemical Corporation, filial de Stauffer Chemical Company y posteriormente mayor productor de DDT de Estados Unidos, quien declaró que Carson no escribió “como científica sino como una fanática defensora del culto al equilibrio de la naturaleza”. Por su parte, Chemical Week, una de las revistas comerciales de la industria química, publicó el 14 de julio que los artículos de Carson parecían más “una reminiscencia de un abogado preparando un informe que un científico realizando una investigación”.

El 2 de agosto Louis A. McLean, secretario y asesor general de Velsicol Chemical Corporation, escribió al editor de Houghton Mifflin sugiriendo que tal vez quieran reconsiderar la publicación del libro, señalando en particular las “declaraciones inexactas y despectivas” del libro sobre dos plaguicidas: el clordano y el heptacloro, fabricados únicamente por Velsicol. La editorial le solicitó a un toxicólogo independiente que revisara los puntos planteados por Velsicol. El especialista consideró las declaraciones de Carson correctas por lo que la empresa fue notificada de que el libro se publicaría según lo planeado.

El 12 de septiembre en una reunión de científicos y funcionarios de la industria química, Glen King, jefe de la Nutrition Foundation, grupo comercial compuesto entonces por 54 compañías involucradas en industrias relacionadas con alimentos, productos químicos y agricultura, declaró que los libros “unilaterales” como Silent Spring estaban avivando un sentimiento en el público “que raya en la histeria”.

Para cuando se publicó Silent Spring a finales de septiembre ya contaba con ventas avanzadas de 40 mil copias, y más de 50 artículos y editoriales en periódicos gracias a la publicación previa en The New Yorker. Se convirtió inmediatamente en un best seller y fue seleccionado por el Club del Libro del Mes, lo que significó que se volvería a publicar, extendiéndose ampliamente su proyección, llegando incluso a zonas rurales. Esta nueva versión del libro incluiría un informe de William O. Douglas, el único miembro de la Corte Suprema que había accedido a tomar el caso de los agricultores de Long Island.

Extractos del libro también fueron publicados en varios periódicos y revistas, incluida la de la National Audubon Society, una de las organizaciones conservacionistas más antiguas de Estados Unidos. El Chicago Daily News declaró que “Silent Spring bien podría ser uno de los grandes e imponentes libros de nuestro tiempo. Una lectura obligada para cada ciudadano responsable”. Pero el libro seguiría siendo atacado. La industria química había estado planificando su lucha contra Carson desde antes de que apareciera la serie en The New Yorker, debido a que la noticia del libro se había filtrado desde un comienzo.

Luego de la publicación las reseñas críticas aparecieron en las principales revistas populares de la época. Time lamentaba las “simplificaciones excesivas y errores francos”: “Muchas de las generalizaciones aterradoras (y hay muchas de ellas) son claramente erróneas”. Edwin Diamond en Saturday Evening Post catalogó al libro como “emotivo y alarmista”, por el cual “los estadounidenses creen erróneamente que su mundo está siendo envenenado”.

El nutricionista de la Facultad de Medicina de la Universidad de Vanderblit William J. Darby escribió en Chemical & Engineering News un artículo titulado “Silence, Miss Carson”, en el que señalaba que “su ignorancia o prejuicio sobre algunas de las consideraciones arroja dudas sobre su competencia para juzgar las políticas”, recomendando que “el científico responsable debería leer este libro para comprender la ignorancia de quienes escriben sobre el tema y la tarea educativa que se avecina”. Por su parte, Life señaló sobre Carson que “no hay duda de que ha exagerado su caso” pero también que los fabricantes eran igualmente unilaterales en sentido contrario.

Como parte de la campaña de la industria química, la Asociación Nacional de Químicos Agrícolas duplicó su presupuesto y distribuyó miles de copias de reseñas negativas advirtiendo a los editores de periódicos y revistas que las revisiones favorables del libro podrían reducir los ingresos publicitarios. Llegó a gastar más de $ 250.000 en su campaña contra Silent Spring. Mientras, la Asociación de Químicos de Manufactura comenzó a enviar historias mensuales a los medios de comunicación que resaltaban el lado positivo del uso de pesticidas. Monsanto Chemical llegó a publicar incluso, en respuesta al libro, una breve historia titulada “The Desolate Year”, en donde la falta de uso de pesticidas resultaba en una plaga de insectos que devasta a Estados Unidos.

George C. Decker, entomólogo y frecuente asesor de la industria química, calificó al libro como un “engaño” y como “ciencia ficción”, comparándolo con The Twilight Zone. Otros ataques fueron más personales, cuestionando su carácter o su estabilidad mental, o llamándola comunista, mujer histérica o loca de la naturaleza.

Carson se mantuvo siempre firme y confiada en sus hallazgos. Además contaba con una serie de críticas positivas de científicos reconocidos a nivel nacional e internacional. Loren Eiseley, reconocido antropólogo de la Universidad de Pennsylvania y escritor científico, señaló que el libro de Carson trata sobre “el ataque devastador, muy documentado e implacable sobre el descuido humano, la codicia y la irresponsabilidad, una irresponsabilidad que ha dejado al hombre y al campo una avalancha de sustancias químicas peligrosas en una situación que no tiene paralelo en la historia médica”.

Por su parte, LaMont Cole, profesor de ecología en la Universidad de Cornell, escribió en la revista de divulgación Scientific American sobre Silent Spring que “los errores de hecho son tan infrecuentes, triviales e irrelevantes para el tema principal que no sería aconsejable insistir en ellos”. Otros científicos que defendieron a Carson fueron el biólogo Roland C. Clement de la National Audubon Society, y el zoólogo Robert L. Rudd de la Universidad de California, entre otros.

Mientras tanto, Silent Spring se convertía en un éxito de ventas. En menos de tres meses se habían vendido más de cien mil copias y seguía apareciendo en la lista de los más vendidos del New York Times, donde permanecería durante siete meses. Por otro lado, en las legislaturas estatales se habían introducido más de 40 proyectos de ley destinados a regular el uso de pesticidas. Pero la lucha política en Washington recién comenzaba. En 1963, Carson y Silent Spring recibirían una atención nacional jamás antes vista.

El reportaje en la CBS

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En abril de 1963, la cadena de televisión CBS transmitió un reportaje especial dedicado al caso titulado “The Silent Spring of Rachel Carson”. La industria química estaba alarmada y lanzó una campaña dirigida a la CBS para que ésta no transmitiera el programa. Como la campaña no tuvo resultado, varios patrocinadores, como Standard Brands, los fabricantes de Lysol y Ralston Purina, retiraron su publicidad antes de la transmisión.

El programa lo vieron entre diez y quince millones de televidentes, y fue especialmente importante para aquellos que no habían leído el libro o que tenían poco conocimiento del tema. Incluía imágenes de aviones fumigando mientras niños caminaban por las calles y aparecían varios funcionarios gubernamentales declarando a favor y en contra de los planteamientos de Carson.

Pero los principales puntos focales del reportaje estuvieron a cargo de la propia Carson y de Robert White-Stevens, científico de la American Cyanamid Corporation. White-Stevens, entrevistado en un laboratorio, declaró que “los principales reclamos en el libro de la señorita Rachel Carson son grandes distorsiones de la realidad, completamente sin apoyo de la evidencia científica experimental y la experiencia práctica general en el campo”. Y agregó virulentamente que “si el hombre siguiera fielmente las enseñanzas de la señorita Carson, regresaríamos a la Edad Oscura, y los insectos y las enfermedades volverían a heredar la Tierra”.

Carson por su parte apareció como la más racional y no como la “mujer histérica” retratada por algunos de sus críticos. Entrevistada en su casa por el periodista y presentador Eric Sevaried, Carson leyó pasajes seleccionados de su libro para ilustrar cuán extendido estaba el uso de plaguicidas en granjas, bosques y huertos familiares aunque el objetivo deseado puede ser solo algunas malas hierbas o insectos. “Los niños que nacen hoy están expuestos a estos productos químicos desde el nacimiento, tal vez incluso antes de nacer”, dijo durante la entrevista. “¿Qué les va a pasar en la vida adulta como resultado de esa exposición? Simplemente no lo sabemos”.

Sevareid había ofrecido previamente algunos conceptos básicos sobre el tema, sobre el crecimiento de la industria de agroquímicos durante la posguerra y que anualmente se usaban unos 900 millones de libras de pesticidas. “La señorita Carson subraya la posibilidad de que los pesticidas químicos puedan estar dañando al hombre de maneras aún no detectadas, quizás contribuyendo al cáncer, la leucemia o al daño genético. A falta de pruebas, sus críticos admiten que estas son posibilidades, pero no probabilidades, y acusan a la señorita Carson de alarmismo. Sin embargo, pocos científicos niegan que pueda haber algún riesgo”.

De hecho, uno de los funcionarios entrevistado, Page Nicholson, del Servicio de Salud Pública, no pudo responder cuando se le preguntó por cuánto tiempo persistían los pesticidas en el agua, o hasta qué punto los pesticidas contaminaban el agua subterránea. “Es al público a quien se le pide que asuma los riesgos”, dijo en un momento Carson. “El público debe decidir si desea continuar en el camino actual, y solo puede hacerlo cuando esté en plena posesión de los hechos”.

El informe del Comité Asesor Científico Presidencial

Presionado por el desarrollo de los acontecimientos y la magnitud de la polémica, el presidente John F. Kennedy ordenó una investigación a cargo del Comité Asesor Científico Presidencial (PSAC). Tras ocho meses de disputas entre los principales científicos y reguladores del Gobierno, quienes sostuvieron una serie de reuniones con Carson, representantes de la industria y funcionarios del Departamento de Agricultura, el comité publicó a mediados de mayo de 1963 su informe final “El uso de los pesticidas”.

El informe señalaba que si bien los plaguicidas habían sido examinados minuciosamente para su efectividad agrícola, en general no se les dio el mismo nivel de revisión para la seguridad ambiental y pública, y que sobre muchos de ellos que se encontraban en uso se carecía del suficiente conocimiento respecto a los efectos crónicos a lo largo de la vida.

“Hasta la publicación de Silent Spring por Rachel Carson, la gente en general desconocía la toxicidad de los pesticidas”, declaró el informe, recomendando que los residuos de pesticidas sean rastreados y monitoreados en el aire, agua, suelo, peces, vida silvestre y seres humanos. “La eliminación del uso de pesticidas tóxicos persistentes debe ser el objetivo”, destacó.

Al día siguiente de la publicación del informe, The Christian Science Monitor destacó en su tapa “¡Rachel Carson ha sido vindicada!”, mientras que el comentarista Eric Sevareid al referirse al informe, señaló que Carson había logrado sus objetivos declarados. Dan Greenberg, editor de la sección de Noticias y Comentarios de la prestigiosa revista Science (de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia), declaró que el informe del PSAC era un documento templado, cuidadosamente equilibrado en sus evaluaciones de riesgos versus beneficios, pero que “se suma a una vindicación bastante completa de la tesis de Silent Spring de Rachel Carson”.

La antesala de la Agencia de Protección Ambiental

Para junio de 1963, Carson estaba testificando ante dos comités senatoriales que celebraban audiencias sobre los temas relacionados con los pesticidas. En sus apariciones Carson pidió el establecimiento de alguna agencia reguladora independiente para proteger a las personas y al medioambiente de los peligros químicos, y afirmó que uno de los derechos humanos más básicos era el “derecho del ciudadano a estar seguro en su propio hogar contra la intrusión de venenos aplicados por otras personas”. Solicitó el control estricto de la fumigación aérea de plaguicidas, la reducción y eventual eliminación del uso de plaguicidas persistentes, y más investigación dedicada a los métodos no químicos de control de plagas.

“El más inquietante de todos estos informes se refiere al hallazgo de DDT en el aceite de pescado que vive lejos en el mar”, declaró Carson en las audiencias, “en concentraciones que superan las 300 partes por millón. Todo esto nos da motivos para reflexionar profunda y seriamente sobre los medios por los cuales estos residuos llegan a los lugares donde los estamos descubriendo”.

Durante las audiencias, Carson volvió a ser atacada. Mitchell R. Zavon, profesor de Medicina Industrial en la Universidad de Cincinnati y consultor de Shell Oil Company, declaró que “la señorita Carson está hablando de un efecto en la salud que llevará años responder. Mientras tanto, deberíamos cortar la comida a personas de todo el mundo. Estos vendedores ambulantes de miedo van a alimentarse de la hambruna del mundo”. Pero Carson se desenvolvió con tal grado de profesionalismo, presentando sus argumentos cuidadosa y racionalmente, que demostró nuevamente que las acusaciones anteriores de ser una mujer “histérica” y “emocional” no tenían ninguna base real.

Carson iba ganando su batalla contra los capitanes de la industria química. Todo iba camino a ponerle fin a los crímenes sociales de las corporaciones químicas. Sin embargo, Rachel Carson ya carecía de fuerzas para su lucha contra el cáncer. Su aparición en las audiencias era de las últimas que realizaría públicamente. El 14 de abril de 1964, diez meses después de haber testificado ante el Congreso, Rachel Carson fallecía a la edad de 56 años.

La mujer que sentó las bases del ecologismo contemporáneo

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En 1962 no existía ningún movimiento ecologista o ambientalista en el sentido como se pudo comprender después. Sí existían organizaciones conservacionistas, algunas muy antiguas, cuyo propósito era la preservación de parques naturales y la vida silvestre, o la gestión de recursos naturales en concordancia con el crecimiento industrial. Pero crear una preocupación popular por una ética ambiental y una defensa más amplia era algo completamente novedoso. Y Rachel Carson fue una figura central que ayudó a sentar las bases de una conciencia ecológica de masas gracias a Silent Spring, dejando en claro la conexión entre lo que sucede en el medioambiente y la salud pública, especialmente si se trataba de un nuevo tipo de contaminación, invisible, que podía infiltrar la biología a nivel celular y molecular, acarreando daños acumulativos y generacionales a las aves, los peces y los seres humanos.

Silent Spring fue el puntapié inicial de la primera ola ecologista contemporánea. No tardarían en llegar La bomba P del entomólogo Paul Ehrlich, el Círculo que se cierra, del biólogo Barry Commoner y Los Límites del Crecimiento de Dennis y Donella Meadows. La problemática ecológica y ambiental llenaría las aulas y las calles, celebrándose por primera vez en 1970 el Día de la Tierra, con movilizaciones y festivales de rock. Ese mismo año se creaba en Estados Unidos la Agencia de Protección Ambiental (EPA), la que a su vez prohibía para 1972 el DDT, además de otros siete plaguicidas mencionados por Carson en su libro.

Han pasado 54 años desde la publicación de Silent Spring, y ante el empeoramiento de las condiciones ambientales y sanitarias a nivel mundial, las nuevas tecnologías destructivas y el agotamiento de recursos, vale la pena recordar y valorar el trabajo pionero de Rachel Carson: “Todavía hablamos en términos de conquista. Todavía no hemos madurado lo suficiente como para pensar que somos solo una pequeña parte de un vasto e increíble universo”, había dicho Carson durante la entrevista de la CBS. “La actitud del hombre hacia la naturaleza es hoy de importancia crítica simplemente porque ahora hemos adquirido un poder fatídico para alterar y destruir la naturaleza”. Carson ayudó a cambiar nuestra manera de ver el mundo y nuestro lugar en él.

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Publicado originalmente en La Izquierda Diario, 27-05-2018]]: ¿Cómo altera nuestras hormonas la industria?

El Dr. Nicolás Olea (Doctor en Medicina y Cirugía, catedrático de Radiología y Medicina Física de la Universidad de Granada y médico en el Hospital Clínico San Cecilio de esta ciudad) presentará su libro ‘Libérate de tóxicos’ y nos hablará desde el conocimiento científico sobre cómo afectan los tóxicos a nuestro organismo desde que nacemos –por ejemplo, uno de los tóxicos es el Bisfenol A, que está muy presente en recipientes de plástico, y favorece la aparición de diversas enfermedades graves—, y de cómo evitar los tóxicos endocrinos en la alimentación.

9. Concurso Ecogastronomía

Después del éxito de la primera, segunda y tercera fase del concurso de Ecogastronomía, en BioCultura Sevilla, Barcelona y Valencia, preparaos para la gran final: las promesas de la cocina ecológica de las mejores escuelas de restauración españolas se enfrentarán por el primer premio. Antes, se celebrará un concurso entre los cocineros postulantes de las escuelas de Madrid, ¿quién será el futuro chef eco?

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10. Haz la mejor compra del mes al momento

No pierdas la oportunidad de llenar tu carro de la compra con todas las novedades bio en BioCultura: cosmética, comida, bebida, ropa y soluciones ecológicas por el hogar … Además con la opción de probarlos o recibir consejos de uso por parte de los propios productores.

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Beatrice Pieper

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