Isoflavonas de soja y menopausia

Para el doctor Dschoutezo, las isoflavonas son un compuesto dentro de un determinado grupo de alimentos, con una acción positiva sobre nuestro cuerpo. Éste necesita como sustancias básicas diferentes ingredientes o nutrientes (hidratos de carbono, proteínas, lípidos, agua, vitaminas, minerales, ácidos grasos esenciales, y sustancias fitonutritivas o fitonutricionales por ejemplo las isoflavonas de soja) que son elementos básicos para el funcionamiento adecuado del cuerpo y que toda dieta (sea mediterránea, macrobiótica, ayurveda o china) debe proporcionar para no enfermar.

Partiendo de la división en grupos de alimentos (cereales, lácteos, carnes, pescados, frutas, verduras, legumbres y semillas) resaltó que: «No es lógico ni sano vivir o pretender vivir sin alguno de esos grupos, o sólo de un grupo de alimentos, excepto en una monodieta, que puede ser de cualquier grupo de alimentos y durante un tiempo determinado para curar una patología determinada».

Para satisfacer las exigencias nutricionales del cuerpo, tanto el hombre como la mujer necesitan de todos los nutrientes y de todos los grupos de alimentos pero, por ejemplo, la soja carece de colesterol mientras que la carne sí tiene colesterol, una persona que consume soja todos los días vive más y mejor que quien consume habitualmente carne.

Constatada la importante función en el cuerpo de la estructura hormonal (hipófisis, glándulas suprarrenales, tirosina, estrógenos,…), en el mantenimiento de la salud y en la recuperación si hay enfermedad, y dada «la tendencia a desestabilizarse cuando no se genera suficientemente, lo que le sucede en la vida a la mujer en la menopausia o en la premenopausia, cuando sus ovarios no segregan la cantidad necesaria y el tipo de hormonas que debe segregar, y que ha estado segregando hasta entonces».

En la menopausia, del cerebro de la mujer sale la orden para que de la hipófisis se segregue estrógenos, pero el ovario ya no puede hacerlo y esa información vuelve en forma negativa al cerebro y altera las funciones emocionales de la mujer: «En la menopausia cambia su comportamiento, su valoración, su capacidad de vivir, la vida matrimonial, también hay cambios fisiológicos que hay que regular para evitar graves enfermedades en la zona vaginal o en las mamas».

Entre los síntomas, sofocos, pérdida de masa ósea del sistema locomotor, trastornos circulatorios y varices, la piel pierde su brillo, los pechos caen, el pelo pierde brillo, mayor tendencia a la depresión y enfados: «Si la mujer consume alimentos ricos en fitoestrógenos, esos síntomas y patología es menor».

Para prevenir esa situación Apollinaire Dschoutezo propone los fitoestrógenos, presentes en frutas, semillas y legumbres y con estructura molecular parecida a la del cuerpo, para que éste se autorregule: «Alimentos que proveen de sustancias parecidas a los estrógenos, camino natural para amortiguar esos cambios que vive la mujer, a veces pagando un precio muy caro» —riesgos para la salud de los estrógenos sintéticos de la terapia hormonal sustitutoria, porque el cuerpo llega a no absorberlos— » según sea su nivel de vida, la confianza en sí misma, cómo experimenta la vida, cómo se nutre».

La mujer segrega dos hormonas, progesterona y estrógenos, que cumplen funciones a nivel físico y emocional.

Según Apollinaire, estrógenos y progesterona son hormonas antagónicas, el cuerpo funciona mediante un sistema antagónico: «Los estrógenos hacen que la mujer sea mujer, su morfología, sus rasgos femeninos, la pigmentación vaginal propia de mujer, los pezones de mujer desarrollados durante el embarazo y lactancia. Los estrógenos hacen que la mujer tenga más moco vaginal, para el dolor por escaso moco y sequedad de la vagina es bueno el consumo de soja en su alimentación, de los fitoestrógenos de la soja. Además, prepara los ovarios con más capacidad para recibir los espermatozoides, hay relación de la infertilidad femenina con la ausencia o no de estrógenos, si faltan pueden desarrollarse tumores, especialmente en el pecho. Los estrógenos promueven también la salud ósea, que el hueso retenga los minerales que necesita, y posibilitan que la mujer tenga en buen estado un tejido adiposo, graso, más desarrollado que el hombre. El consumo de estrógenos de la soja mantiene la juventud, las mujeres japonesas, asiáticas, siempre frescas, suaves, rejuvenecidas, muy pocas con la piel arrugada.».

La progesterona, en cambio: «Es la hormona que hace que el feto pueda mantenerse en el cuerpo durante el embarazo, también controla que no haya excesivos estrógenos».

Dschoutezo se refirió a los diversos fitoestrógenos (flavononas presentes en los cítricos, flavonas en frutos rojos y amarillos, lignanos en verduras y cereales, casi todos, en muy pequeña cantidad, flavonoles e isoflavonas presentes en mayor cantidad en las leguminosas, especialmente la soja).

Reflexionó después acerca de los estudios realizados en torno a la dieta mediterránea y macrobiótica (asiática): «La conclusión es que la mujer asiática sólo tiene un tercio de los síntomas de la mujer occidental al llegar a la menopausia. ¿Por qué?: por la alimentación, por el consumo muy frecuente de pescado y soja en cualquiera de sus variedades, tofu, salsa tamari, leche y yogur de soja. Es bueno que la mujer consuma soja, como mínimo tiene un 50% de garantía de no tener patología severa en pecho y ovarios».

Propiedades de las isoflavonas

Hace 10-15 años se descubrió cómo funciona la soja, su función terapéutica.

En palabras de Apollinaire, de los estudios realizados en laboratorios, y con un consumo regular y frecuente (de leche de soja en polvo, soja en grano y más concentrada en cápsula), las isoflavonas de soja tienen estas propiedades: antioxidante («Impide a las toxinas adherirse a la pared celular»), antitumoral («Si hay propensión a tumores en pecho y ovarios, es aconsejable el consumo diario de soja o derivados con isoflavonas»), anticancerígena (en mamas, colon y próstata), previene la osteoporosis («Consumo regular de isoflavonas para que no pierda sus minerales»), previene la arterioesclerosis (endurecimiento de las arterias) y cumple una función importante frente al colesterol («Especialmente la lecitina, que es el 30% de la masa cerebral, grasa que se utiliza y sirve para combatir las grasas de estructura más densa, su consumo ayuda a desprender las moléculas de colesterol. La lecitina de soja también contiene ácidos grasos esenciales e isoflavonas»).

La presencia de isoflavonas en el cuerpo activa, además, la función inmunitaria de defensa, una mayor actividad de los macrófagos y glóbulos blancos.

Tienen las isoflavonas de la soja otras propiedades: antivírica (frente a infecciones repetitivas), antiinflamatoria (frente a la artrosis) y antibiótica.

El consumo de alimentos ricos en isoflavonas (soja, alfalfa) también se utiliza en terapia de cáncer de colon, uno de los más frecuentes porque la dieta habitual no es la que debería ser. En su opinión, el grano no germinado aporta más sustancias nutritivas que el grano germinado.

Apollinaire sostiene que «Las isoflavonas deben consumirse a dosis elevadas, en cantidad necesaria para que tengan función terapéutica, que no se consigue comiendo un plato de soja sino en productos elaborados donde se potencia una alta concentración de isoflavonas. La soja es un alimento a consumir diariamente, como el arroz, pero ese consumo no es suficiente para suplir la falta de estrógenos».

Las isoflavonas de la soja fermentada (miso, tempeh, tofu fermentado, salsa tamari) son más potentes que las de la soja natural, la fermentación mejora la digestibilidad del alimento.

Para las personas que no toleran la soja, porque en la soja hay un inhibidor de la tripsina causante de gases, la intolerancia se evita tostándola un poco antes de cocinarla: «En todas las legumbres, tostando un poco se destruyen las enzimas que producen fermentación en el vientre».

La terapia hormonal

Para Marilyn Glenville (Menopausia natural, Integral, Barcelona, 1998) el principio de la terapia hormonal sustitutoria (THS) es suministrar hormonas cuando se debilita la propia producción, para evitar los sofocos, la sudoración nocturna y muchos de los restantes síntomas de la menopausia. Muchas mujeres se sienten bien con ella pero, debido a las preocupaciones que genera (aumento de peso, cambios psicológicos, sensaciones suicidas y de estar ausentes, jaquecas, …): «No es sorprendente que otras lleguen a la conclusión de que los efectos secundarios que experimentan son peores que los síntomas que la THS está destinada a curar».

Marilyn Glenville, dietista y experta en terapia nutricional, señala que en Estados Unidos las compañías farmacéuticas están obligadas a declarar los riesgos de sus fármacos, recogidos en el manual «The Physician’s Desk Reference», que enumera los efectos secundarios de la THS: cáncer de endometrio (útero), aumento o pérdida indeseable de peso, blandura o aumento del tamaño de los senos, hinchazón, depresión, tromboflebitis (inflamación de la pared de una vena), elevación de la tensión arterial, reducción de latolerancia a los hidratos de carbono, reducción de la tolerancia a la glucosa, erupciones cutáneas, pérdida de cabello, calambres abdominales, candidiasis vaginal (vulvovaginitis), ictericia, náuseas, vómitos y síndrome cistitoide.

Como alternativa natural a la THS, Glenville propone la terapia nutricional, que trata no sólo de cómo alimentarse bien sino también de corregir cualquier deficiencia vitamínica o mineral. Esta terapia nutricional se basa en el efecto de los alimentos que contienen sustancias naturales como los fitoestrógenos —«concentraciones elevadas de fitoestrógenos se encuentran en alimentos como la soja»— sobre las hormonas femeninas.

Investigaciones publicadas en el British Medical Journal demuestran que complementando la dieta de las mujeres posmenopáusicas con soja y otros alimentos que contienen fitoestrógenos, se reduce la concentración de FSH (hormona cuya cantidad aumenta en la menopausia): «El efecto de los fitoestrógenos tiene, por ejemplo, consecuencias rápidas y manifiestas en las células de la vagina, reduciendo su sequedad e irritación, … demostrando que la ingesta de fitoestrógenos es vital para combatir los síntomas menopáusicos, lo que explica por qué las mujeres orientales, cuya dieta está constituida básicamente por soja, raramente se quejan de sofocos u otros síntomas relacionados con la menopausia», concluye Marilyn Glenville.

Influencia en la salud

Kerry Bone (Medicina Holística nº 60, Madrid, 2000), pasa revista a distintos estudios que analizan la influencia de las isoflavonas de soja en la actividad hormonal de la mujer: «Se puede concluir que el alto consumo de soja parece reducir los niveles de estrógenos en plasma en las mujeres menopáusicas».

Respecto al efecto de la soja sobre la densidad ósea: «Al consumir proteína de soja aislada, se dieron aumentos significativos tanto en el contenido mineral de los huesos como en la densidad ósea de la columna lumbar».

Con relación a los síntomas menopáusicos, Kerry Bone constata que la suplementación con soja en la dieta produce mejoras significativas en los niveles de lípidos y lipoproteínas, así como en la gravedad percibida de los síntomas vasomotores: las isoflavonas de soja reducen, por ejemplo, la frecuencia de los calores súbitos.

Fitoterapia y menopausia

Para tratar las alteraciones circulatorias durante la menopausia Jordi Camerino (Fitomédica 11, Barcelona, 1998) recomienda vid roja, meliloto, hamamelis, castaño de indias, ulmaria y ginkgo biloba.

Para hacer frente a los sofocos, grosellero negro, salvia, melisa, aceite esencial de albahaca y tomillo.

Para el nerviosismo, ansiedad e insomnio, pasiflora, valeriana, lúpulo, tila, sauce, espino blanco y lavanda.

Y en caso de astenia, eleuterococo, ginseng y damiana.

Como complementos alimentarios, lactobacillus (pues ayudan a mantener la flora intestinal y vaginal, evitando infecciones en el tracto genitourinario), aceites de pescado (por su alto contenido en ácidos grasos poliinsaturados, que reducen el nivel de colesterol y triglicéridos y la agregación plaquetaria, y por sus propiedades antiinflamatorias y antialergénicas) y aceite de onagra (ya que contiene los ácidos grasos esenciales necesarios para la síntesis de prostaglandinas que actúan como moduladores hormonales).

En los cuidados generales en la menopausia destaca una alimentación equilibrada, rica en vegetales frescos («Llevan sustancias de transformación hormonal»), aumentar la ingesta de proteínas de origen vegetal (legumbres y cereales) y evitar el alcohol, café y tabaco. También, realizar ejercicio físico («Mejora la adaptación hormonal, aumenta la capacidad de oxigenación tisular, mantiene las estructuras óseas y musculares en forma y anula el estrés»), mantener una vida sexual activa («La mejor manera de mejorar la sequedad vaginal») y vivir la menopausia como una prolongación de la madurez femenina y una etapa de liberación («Ya no hay molestias en las reglas, ya no hay riesgo de embarazo ni necesidad de preocuparse por la contracepción»).

(artículo publicado en Conocer Arganzuela nº 99, diciembre de 2000)

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