Reuma, artritis y artrosis

La forma predominante es la osteoartritis, artrosis o enfermedad de la articulación degenerativa. Se deteriora el cartílago articular que cubre el final de los huesos en la articulación, implicando a la membrana sinovial y al hueso próximo al cartílago, causando dolor y la pérdida de movimiento. Es una forma lenta y progresiva de artritis degenerativa que se nota más comúnmente en la vejez, aunque pueden presentarse cambios degenerativos prematuros en una persona joven si hay articulaciones previamente dañadas, fracturadas, muy torcidas o con estrés crónico por obesidad o síndrome del sobreuso repetitivo. Las principales articulaciones afectadas son manos, caderas, rodillas, columna vertebral, cuello y espina lumbar. En fases avanzadas hay una reacción inflamatoria en la membrana sinovial, degeneración severa que causa dolor, deformación e hinchazón y reduce la capacidad de movimiento.

La artritis reumatoide es un trastorno inflamatorio crónico de causa desconocida que afecta a las articulaciones del organismo en general, los tejidos sinoviales se inflaman e invaden huesos y cartílagos con acción destructiva sobre la articulación. Suele concentrarse en manos y pies, muñecas, tobillos y rodillas sobre todo de las mujeres. Se cree que uno o varios antígenos, posiblemente de origen microbiano, desencadenarían la enfermedad en personas con un sistema inmunitario deficiente. Otros factores pueden ser nutricionales, hereditarios y las alergias alimentarias, así como la asociación entre la artritis y la disfunción intestinal. Granado considera que no es una enfermedad de las articulaciones sino una condición generalizada que afecta en algún momento a todos los tejidos del cuerpo. Es una reacción autoinmune en la que el sistema inmunológico genera anticuerpos y ataca los tejidos de las articulaciones hasta ocasionar su inflamación.

Equilibrio ácido-alcalino

Gran número de especialistas en nutrición y salud coinciden en reconocer como causa común y última de un amplio espectro de patologías crónicas la alteración constante del equilibrio ácido-alcalino, y su estrecha relación con una alimentación incorrecta y el incremento de la contaminación. Al enorme déficit de alimentos vegetarianos, sin cocer, puros y naturales, con una ingesta constante de sustancias químicas asimiladas por los alimentos con los abonos artificiales, se unen otras sustancias químicas añadidas en los procesos de elaboración (conservantes, estabilizantes, …).

Para Granado Morán, nuestra manera no biológica de vivir y comer, que disturbia el equilibrio central regulativo, conduce a una causa común en todas las enfermedades de la patología humoral: en el fondo se trata de una enfermedad constitucional única, la alteración del equilibrio ácido-alcalino.

La mayoría de nuestros fluidos corporales son siempre ligeramente alcalinos.

Las personas con artritis tienen fluidos corporales más ácidos que alcalinos.

La causa primaria de la inversión ácido-alcalina se encuentra en su dieta y hábitos nutricionales.

Además, en la artritis reumatoide la agresión de los anticuerpos a las células altera también el ph sinovial.

Casi todos los mecanismos celulares del cuerpo, sobre todo los procesos secretores, la función nerviosa y la contracción muscular, actúan mejor en un estado corporal ligeramente alcalino, motivo por el que se debe consumir una dieta que consista en alimentos formadores altamente alcalinos, evitando combinarlos con los que forman ácido.

Los alimentos que forman ácido son aquellos altos en uno o más de los elementos fósforo, azufre y cloro. Los formadores alcalinos son los altos en uno o más de los elementos potasio, calcio, magnesio y sodio.

La artritis mejoraría al seguir una dieta vegetariana, que normaliza el equilibrio ácido-alcalino: comer a base de fruta, legumbres, soja, tofu, salchichas y leche de soja, frutos secos, cereales integrales, aceites de presión en frío de germen de trigo y soja, pescado azul (sardina, salmón, caballa, atún, chicharro), chucrut (col fermentada), grosella negra, nueces, yogur de agricultura ecológica, ajo, calabaza.

Alimentos especialmente alcalinizantes son apio, limón, pomelo, naranja, castaña, plátano, remolacha roja, granada, endibia y escarola.

Una alimentación hiperproteica y desnaturalizada acidifica el ph, lo que favorece la alteración de la viscosidad del líquido sinovial y la inflamación artrítica porque contiene una elevada proporción de ácido araquidónico, un ácido graso a partir del cual el organismo produce eicosanoides, sustancias que desencadenan las reacciones inflamatorias. Por ese motivo se debe evitar la carne, especialmente de cerdo, bebidas alcohólicas, huevos, aditivos sobre todo los colorantes, espinaca, acelga, chocolate, cola, marisco, queso y leche de vaca porque puede ser uno de los alimentos de la reacción inflamatoria propia de la artritis reumatoide. Debería además evitarse un grupo de vegetales, las solanáceas, que agravan la condición artrítica: tomate, patata, berenjena y pimiento verde, rojo y amarillo.

Acidosis

Para Olga Cuevas Fernández , doctora en Bioquímica y especialista en Nutrición y Salud, un ph entre 7,35 y 7,45 es el óptimo, entre 7,35 y 7 hay acidosis, y entre 7,45 y 7,8 alcalosis.

El organismo dispone de unos sistemas o mecanismos para regular el ph, para que
permanezca constante, contrarrestando las tendencias hacia la acidez o la alcalinidad. Si los sistemas de regulación son insuficientes o ineficaces ocurre la acidosis o disminución de la reserva alcalina, sobre todo el calcio de los huesos.

Son posibles síntomas de la acidosis la falta crónica de energía, sabor agrio y viscoso al despertar, propensión a la fatiga y el frío, encías inflamadas y sensibles, caries, cabello sin brillo y su caída, piel seca y agrietada, uñas frágiles y quebradizas, calambres y espasmos musculares, problemas en las articulaciones, facilidad para contraer infecciones, propensión al dolor (al presionar los músculos) y tendencia depresiva.

La clasificación en alimentos acidificantes y alcalinizantes se hace según las cenizas que dejan una vez metabolizados, no en función de su sabor:

– son alcalinizantes los alimentos que dejan residuos de elementos metálicos (sodio, potasio, calcio, magnesio), ricos en sales minerales: vino natural, té de tres años, fruta madura, plátano, castañas, almendras, verdura de hoja, patatas, maíz, mijo, raíces, kuzu, zanahorias, algas, ume y umeboshi, tamari y miso, gomasio y sal.

– son acidificantes los alimentos que dejan residuos de elementos no metálicos (fósforo, cloro, azufre, yodo, carbono), ricos en proteínas y grasas: alcohol, azúcar, grasas y aceites, tomates crudos con pepitas, frutos grasos, harina blanca, leguminosas, cereales refinados, pescados, aves, carnes y huevos (yema).

– son alimentos neutros (acidificantes por su contenido en proteínas y alcalinizantes por su contenido en sales minerales): leche pasteurizada, suero lácteo, yogur, tofu, cereales integrales y quesos.

Viejos remedios y nuevos suplementos

Los viejos remedios de hierbas como jengibre, ortiga y sauce, al igual que el cartílago y el aceite de pescado, el sulfato de glucosamina y de chondroitina, los antioxidantes y el ácido gamma-linolénico, las enzimas antiinflamatorias o la gelatina natural insípida, no sólo proporcionan alivio sintomático en los procesos reumáticos sino que pueden ayudar al cuerpo a reconstruir las funciones articulares y promover la regeneración del cartílago de la articulación. El extracto de cardo mariano y otros limpiadores del hígado también pueden ayudar, especialmente a las personas que toman alcohol y/o fuerte medicación.

Jengibre: remedio tradicional chino frente a las náuseas, el reumatismo y los dolores estomacal y dental. Es antioxidante y un fuerte antiinflamatorio sin efectos secundarios adversos.

Ortiga: ayuda en la artritis, especialmente el poder antiinflamatorio de su extracto.

Sauce: la corteza es rica en salicinas que se metabolizan en ácido salicílico, base de la aspirina, forma sintética que reduce algunos factores proinflamatorios pero puede incrementar otros, lo que no sucede con el efecto antiinflamatorio del sauce que en ningún caso los incrementa.

Aceite de pescado (omega-3): efecto antiinflamatorio y disminución de la fragilidad, desgarro y deterioro de las articulaciones, sin toxicidad gastrointestinal alguna.

Sulfato de glucosamina: formado por glucosa y glutamina, el cuerpo la sintetiza de manera insuficiente en la artrosis. El sulfato de glucosamina destaca sobre todo porque inhibe las enzimas que destruyen el cartílago; además, es parte de los
mucopolisacáridos que dan estructura al hueso, al cartílago y a otros tejidos; y forma los ingredientes amortiguadores de los fluidos sinoviales de las articulaciones y los tejidos a su alrededor. Como suplemento dietético las células del cartílago pueden absorberlo para formar colágeno y cartílago, mejorar la función articular y reducir el dolor asociado.

Sulfato de chondroitina: es el mayor componente del cartílago y previene su disolución por las enzimas. Su suplementación a largo plazo reduce el dolor, repara y mejora la función de las articulaciones y facilita su lubricación, lleva nutrientes al cartílago, y el fluido actúa como una esponja amortiguadora.

Trabajando juntos sinérgicamente, glucosamina y chondroitina estimulan la síntesis de nuevo cartílago y mantienen bajo control las enzimas que lo destruyen, ayudan a normalizar la matriz del cartílago y favorecen la recuperación del organismo.

Antioxidantes: el daño producido por el estrés oxidativo o los radicales libres es un factor en el desarrollo de la artrosis. Una dieta rica en vegetales y fruta es necesaria para introducir antioxidantes aunque no siempre es suficiente. Los suplementos de vitamina C y E pueden ser importantes. La deficiencia de vitamina C, común en ancianos, altera la síntesis de colágeno, principal proteína del cartílago. La vitamina E inhibe la ruptura del cartílago y estimula la producción de los glucosaminoglicanos, sus componentes.

Ácido gamma-linolénico (GLA): ácido graso que se encuentra en el aceite de onagra, de borraja, …, utilizado para suprimir inflamaciones crónicas, reduce los efectos de enfermedades autoinmunes en el revestimiento de las articulaciones.

Dieta de eliminación

Joseph Pizzorno y Michel Murray , educador e investigador en medicina natural respectivamente, hacen también hincapié en la dieta. Al reducir la absorción de los componentes alimenticios alergénicos, el ayuno beneficia a las personas que padecen de artritis pero puede afectar al sistema inmune y debe realizarse bajo supervisión, previenen. En su lugar o de manera complementaria, aconsejan llevar a cabo una dieta de eliminación, baja en alimentos alergénicos, seguida de una cuidadosa reintroducción de los mismos para comprobar cuáles generan síntomas en cada persona. Una vez aislados y eliminados los alérgenos es conveniente seguir una dieta saludable rica en alimentos integrales, verdura y fibra, y baja en azúcar, carne, carbohidratos refinados y grasas saturadas. Como el exceso de peso significa un aumento del esfuerzo en las articulaciones afectadas que lo soportan, es objetivo principal de la dieta conseguir un peso corporal normal.

Proponen suplementar la comida con Enzimas proteolíticas (pueden ayudar a la digestión de las proteínas y reducir la sensibilidad a los alimentos, permitiendo la degradación de los inmunocomplejos y su eliminación) y bromelaína, eficaces agentes antiinflamatorios cuya optimización se logra al ser administrados con flavonoides que inhiben la liberación de histamina y otros compuestos inflamatorios.

En las personas artríticas suele ser deficitario el Triptófano , aminoácido precursor del neurotransmisor serotonina que mitiga la percepción del dolor y aumenta la actividad de las endorfinas: su aporte reduce el nivel de dolor en quienes lo sufren de forma aguda y crónica.

Entre las plantas con acción antiinflamatoria, algunas capaces de mejorar la secreción de cortisona por el propio organismo, Murray y Pizzorno recomiendan el extracto de Tanaceto (partenio), eficaz para inhibir la inflamación y la fiebre. Harpagofito con potente efecto antinflamatorio y analgésico, que reduce el dolor en las articulaciones además de disminuir el colesterol y el ácido úrico séricos. Arándano (mirtilo), rica fuente de moléculas flavonoides, con acción antiinflamatoria, antioxidante y estabilizadora de las membranas y del colágeno, beneficiosas en la artritis. Regaliz con actividad antiinflamatoria y antialérgica, sus
componentes se unen a los receptores de glucocorticoides de las células ejerciendo efectos similares a estas sustancias. Cúrcuma , de gran efecto antiinflamatorio y beneficiosa acción para las funciones hepáticas.

Alimentación y calidad de vida

El Comité Editorial de Science of Life Books establece como causas del reumatismo:

1) comer en exceso (una de cuyas consecuencias es el incremento del ácido úrico).

2) exceso de carnes y alimentos feculosos (lo que origina fermentación, congestión, estreñimiento y acidez).

3) mezcla de alimentos incompatibles (mezclar féculas o azúcares con frutas ácidas o alimentos proteínicos, lo que puede igualmente generar fermentaciones).

4) alimentación indiscriminada e indigesta (son o pueden ser sus consecuencias la fermentación de los alimentos, flatulencias y acidez).

5) fuerte contribución de los condimentos a una corriente sanguínea ácida.

6) azúcar blanca refinada: «Debería eliminarse de la dieta de todos los aquejados de reumatismo y artritis, ya que neutraliza el calcio en la corriente sanguínea y es factor principal en el desequilibrio entre el calcio y el fósforo, lo que puede producir una condición artrítica, o contribuír a ella«.

7) comer alimentos desvitalizados y desmineralizados (pan blanco, alimentos refinados, galletas y arroz refinados), formadores de ácido.

8) exceso de té y café (acidez).

9) dieta funestamente deficitaria en vitaminas A, B, C, D y E.

10) retener los residuos alimenticios en el intestino grueso más de 24 horas (límite
de seguridad).

Referencias útiles

Prevención del reuma, Felipe Granado Morán, Biociencia, Guipúzcoa, 2001.

El equilibrio a través de la alimentación, Olga Cuevas Fernández, León, 2000.

Enciclopedia de medicina natural, Michael Murray y Joseph Pizzorno, Tutor, Madrid, 1997.

Artritis, nutrición y terapia natural, Carlson Wade, Edaf, Madrid, 1997.

Reumatismo y artritis, Comité Editorial de Science of Life Books, Edaf, Madrid, 1997.

(artículo publicado en Conocer Arganzuela nº 114, abril de 2002)