El Banco Mundial (BM) afirma que las recientes subidas en el precio de los alimentos sitúan a cientos de millones de personas por debajo del umbral de la pobreza, «verdadera primera crisis económica de la globalización», evolución que el BM, a diferencia de la teoría mantenida por gobiernos como el norteamericano, no relaciona con el aumento de la demanda de países como India o China.
La producción de biocombustibles, asegura el BM, ha distorsionado el mercado alimenticio de tres maneras: 1º encaminando la producción hacia la apuesta energética, por ejemplo 1/3 del maíz de EE UU se utiliza para producir etanol y la mitad de los aceites vegetales de la UE se destina a producir biodiésel; 2º estimulando a los agricultores para que prioricen dicha producción; y 3º la repercusión de la especulación subsiguiente sobre el coste del producto alimentario.
El estudio, confidencial, del BM analiza la evolución de los precios alimentarios y deja sin argumentos a quienes defienden los biocombustibles para reducir las emisiones de gases y la dependencia de la importación de petróleo pues, según su análisis, la apuesta norteamericana y europea por esta alternativa energética bio ha generado «de lejos, el mayor impacto en el suministro y los precios de los alimentos; …, el rápido crecimiento de ingresos de los países desarrollados no ha llevado a importantes aumentos en el consumo y no constituye un factor decisivo para la elevada subida de precios» e incluso las sucesivas sequías de áreas como Australia han tenido un «impacto marginal» en dicha subida concluye el BM. Sin el incremento de los biocombustibles, se afirma, las reservas de harina y trigo no habrían descendido drásticamente y las subidas de precios debido a otros factores habrían sido «moderadas».
(artículo publicado en un diario digital español, 4 de julio de 2008)